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Observó el cuerpo sin vida que yacía sobre el concreto. La sangre manaba de la herida abierta, creando un enorme charco de líquido carmín que ya había comenzado a teñirle la suela de las deportivas.
Volvió a cerrar la diestra sobre la culata del arma, arrugando ambas cejas, tratando de contener el mar de lágrimas que continuaban descendiendo de sus mejillas. Estaba hecho, lo había hecho, por él, por ambos, ¿no era así? Apretó los labios y cerró los ojos de nueva cuenta, terminando por desplomarse en el piso al tiempo que se llevaba ambas manos al rostro.
Ira, dolor, un mar de confusión y emociones se alimentaba desde el fondo de su pecho, logrando que miles de palabras brotaran a medias de sus labios.

Tommy, su Tommy.

Soltó el arma, el sonido metálico le hizo perder el aliento durante un segundo forzándole a abrir los parpados de nueva cuenta, a admirar la escena que continuaba pintándose frente a él.

La luz se encendió de repente, la oscuridad que le había cegado durante horas le hizo llevarse el antebrazo al rostro, tratar de cubrirse de la explosión que se alzaba frente a él. Se sintió mareado por un segundo poco antes de sentir como el toque frío de alguien se cernía sobre su brazo. Con premura giró el rostro tan solo para encontrarse con un hombre bata blanca y guantes a tono. Le observaba en silencio, con una sonrisa: La Rata.

—Felicidades, Newt, has pasado la última fase de las pruebas —murmuró al tiempo que le halaba con firmeza, obligando al rubio a ponerse de pie.

El aire escaseó durante un segundo, el ambiente se tornó pesado. Newt parpadeó en una rápida sucesión de movimientos antes de atreverse a separar los labios, reprimiendo sus palabras cuando el hombre le hizo un escaso gesto para que guardara silencio.

—Tuvimos que improvisar un poco, solo un poco —añadió la Rata al tiempo que el rubio arrugaba el puente de la nariz, apretando la mandíbula fuertemente, reuniendo fuerzas para abalanzarse sobre el asqueroso hombre que continuaba soltando mamadas.

El puño de Newt no impactó contra el rostro de Janson, no cuando un par de hombres habían salido de la nada para apresarle y alejarle del hombre enfundado en blanco. Era extraño, sentía la ira burbujear, la razón desaparecer, a ese punto no le importaba más que una simple cosa: herir, herir a la maldita Rata.

—Mira otra vez a tu alrededor, Newt, ¿acaso puedes notar algo nuevo?

El rubio le observó perplejo, en silencio, gruñendo como animal poco antes de finalmente obedecer y dar un vistazo a la habitación. Sus labios se separaron abruptamente, sus pardos se expandieron y el aire volvió a tornarse escaso: ahí, a unos cuantos metros de él, donde se suponía yacía el cuerpo de Thomas, se hallaba un hombre común, un crank más, alguien que en su vida recordaba haber visto. De nuevo parpadeó confundido. Podía jurar que había forcejeado con Thomas, que le había atravesado una bala en la cabeza. Imposible.

—¿Tommy? —la voz le brotó en un hilo, la ira se tornó desesperación en menos de un instante—, ¡¿Dónde está Thomas?! —forcejeó una vez más con las manos que le sostenían, la Rata negó durante un instante antes de que el aire en sus pulmones fuese drenado cuando la explosión de dolor se activó en su estómago. El golpe le hizo encorvarse, abrir los ojos, toser en búsqueda de oxígeno vital. Escupió, el sabor metálico tiñó su boca antes de finalmente, sentir como las manos volvían a cerrarse en sus extremidades.

—Paciencia. Los verás a todos dentro de poco. Por ahora ¿no crees que es hora de un baño? Tienes sangre de crank por todos lados, aunque a este punto no importa, ¿lo sabes, no?

Newt volvió a guardar silencio sintiendo como el pequeño click en su cerebro hacía eco, haciéndole recordar que por supuesto, los jodidos sujetos los habían infectado a todos. Tenía la llamarada, él, Tommy, Minho, todos estaban infectados con el virus.

—Me alegra que lo comprendas. Pero no te preocupes, no hemos mentido con respecto a la cura. Hemos casi completado los planos de la zona letal. Los experimentos acabaron, tú y tus amigos son libres, o bueno, algo similar. El mundo no es un lugar habitable actualmente —la Rata hizo una pausa poco antes de darse la media vuelta, dispuesto a abandonar la habitación—. Una cosa más —añadió el hombre volviendo a ladear el rostro, logrando que su mirada conectara con el par pardo que le observaba rabiando a distancia—. Thomas no mentía, las pruebas terminaron, pueden... Hacer lo que más les parezca a partir de este momento. No existirá más control mental. Tómalo como un regalo final.

Y dicho aquello, la Rata se retiró.

Regresa a mí | Newtmas | Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora