CAP 34-Lo que el corazón manda

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PUNTO DE VISTA DE

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Mi madre entró a mi habitación tan silenciosamente que a penas me di cuenta.

-Deja de llorar- me dijo más como una orden que como un consejo. Me miraba con asco. Como si las lágrimas fuesen algo extraño para ella.

Empezó a hacer mi maleta. Era ya mi último día en el hospital.

-Qué te pasa?- me preguntó finalmente de mala manera al ver que no me detenía.

-No lo entenderías- dije en un susurro. Cómo explicarle que me habían roto el corazón si ella ni siquiera tenía uno?

Respiré profundamente.

-Christian me ha dejado- dije aún sin creerlo.

-Y qué haces aquí llorando? Ve por él- me dijo.

-No lo entiendes! Yo de verdad lo quiero.-

-Querer es algo tonto, Amanda. El amor siempre huye una vez lo encuentras. Concentrate mejor en apresurar las cosas y cásate con él. Es el nuevo lider de la banda y solo puede traerte bene...-

-No me importa! No me importa que sea líder de la banda!- grité. No entendía como es que un ser humano podia ser tan frío.

Era la primera vez que me comportaba de manera tan violenta, lo que causó sorpresa en mi progenitora. Terminó de hacer mi maleta sin agregar nada más, mientras yo me hundía despacio en la cama de hospital. 

Mi cuerpo dolía menos, y era por eso que me habían dado de alta, pero mi corazón dolía como si lo estuviesen quemando a fuego lento. 

Mi madre tomó mi maleta y yo el archivero que guardaba el retrato de Elizabeth, pero cuando caminaba para irme a la puerta lo dejé caer haciendo que el precioso dibujo se deslizara por el piso y cayese a sus pies. 

Ella aún no sabía que conocía la verdad. 

Lo recogió lentamente con una delicadeza que nunca había visto antes. Era como si tuviese frente a mí a otra persona.

-Porqué la has pintado?- me preguntó queriendo sonar casual, pero su voz temblaba. 

Dude unos instantes antes de responder. 

-Yo creo que lo sabes mejor que yo- dije con frialdad. 

-Quién te ha contado?- preguntó de inmediato. 

-Eso ya no importa- respondí para luego arrancarle el retrato de las manos y salir de la habitación. 

Limpié mis lágrimas rápidamente y caminé hacia la salida con aquella mujer siguiéndome. Eran  mentiras que yo había tomado como verdades y que ahora, me caían encima como una lluvia de azufre.

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Ziel y yo acudimos al hospital en cuanto recibimos la llamada de Christian. Es como si la muerte estuviese siempre acechando en un juego cruel : primero su mejor amigo Julián, y ahora su madre. 

Cuando llegamos, estaba sentado en una silla en la sala de espera totalmente inmóvil, como si su cuerpo se hubiese congelado. A su lado, un hombre algo mayor, y sobre todo muy parecido a Christian : su padre. 

Ziel se sentó al lado de Christian con delicadeza y tocó su hombro como para llamar su atención.

-Murió- soltó en un susurro desgarrador. Fue entonces cuando noté que el hombre a su lado lloraba. 

Nos quedamos en silencio mucho tiempo. La señora Owen era una mujer amable y atenta. Me recordaba mucho a la difunta tía Bianca. 

-Deberían irse a casa, nosotros nos ocuparemos del resto- dijo Ziel suavemente. Christian asintió levemente y se puso de pie de manera robótica. Su padre nos agradeció y ambos se marcharon, dejándonos a Ziel y a mí solos.

-Deb...- empecé mi frase, pero fue interrumpida por la presencia de Amanda y la señora Hills que aparecían desde otro pasillo. Por la maleta, deduje que le habían dado de alta a Amanda. 

Al vernos silenciosos, su madre preguntó: 

-Todo bien?- 

-No realmente. La madre a Christian acaba de fallecer- dije. 

La señora Hills mostró una perturbación inmediata, pero nada se comparaba al dolor que mostraban los ojos de su hija. 

-Pero cómo? Cuando? Dónde esta Christian?- preguntó en plena desesperación. 

-El cáncer se la ha llevado. Christian acaba de marcharse-le respondió mi futura esposa. 

Amanda miró a sus alrededores como si esperase verlo en alguna parte, y de repente, simplemente empezó a llorar. 

Ziel la abrazó con fuerza y le susurró algo al oido que no pude entender, pero que hizo que Amanda simplemente saliera del hospital tan rápido como su cuerpo aún lastimado se lo permitía.  

Nos dirigimos luego a recepción y arreglamos el papeleo del funeral. Esta clase de momentos eran delicados, tanta gente había muerto a nuestro al rededor. Pensé en el canalla de mi padre, en James, en Bianca, en Julián, en Miranda Gardes... 

Todos estaban allí reunidos en algún lugar, recibiendo ahora a Natalia Owen.

-Qué le has dicho a Amanda al oido?- pregunté curioso. 

-Que a veces, se tiene que hacer lo que el corazón manda.-

No me olvides #OLVIDADOS#3 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora