1 | Cafeína

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La última taza de café no surgió el efecto esperado, Alicia se restregó los ojos que empezaban a cerrarse sin su permiso, dio una mirada al código que tenía en frente, carecía de cualquier sentido

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La última taza de café no surgió el efecto esperado, Alicia se restregó los ojos que empezaban a cerrarse sin su permiso, dio una mirada al código que tenía en frente, carecía de cualquier sentido. 

Bostezó, incapaz de contener el cansancio por más tiempo.

Bajó las piernas de la silla y se empujó lejos del escritorio, necesitaba descansar un poco, quizás ir por otra taza de café.

Estirarse le vino bien, las rodillas habían empezado a dolerle tras tantas horas sentada en la misma posición y un dolor de cabeza se asomaba desde las profundidades. Volvió a mirar la pantalla del computador, las innumerables líneas la saludaban con una emoción que a ella le faltaba;  no podía darse el lujo de no terminar, después de todo a las ocho de la mañana tenía la última presentación del proyecto y si no tenía algo listo podía darse por muerta.

El reloj marcaba poco más de medianoche, por primer vez en el semestre la posibilidad de no graduarse se hizo un espacio en su pecho. Sacudió la cabeza, no podía darse el tiempo de sentir miedo.

Salió del estudio, el resto de la casa parecía abandonada en medio de la oscuridad y el frío que venía con las noches de invierno. 

Se puso el saco gris que descansaba en la silla del pasillo junto a un mueble sencillo de madera, su casa no era muy grande, entraba más bien en las construcciones pequeñas que se pusieron de moda en los últimos años. El ventanal de la sala daba vista al resto del conjunto, el resto de casas apeñuscadas y azules, se detuvo un momento a contemplar los apartamentos del fondo.

Encendió la luz de la cocina, el olor a café inundaba todo el lugar, se llevó una mano a los ojos para cubrirlos del nuevo brillo. Llenó la taza rosa con lo que iba a ser su última dosis, se había prometido que la siguiente vez iría por agua.

En el camino de vuelta se quedó de pie frente a su habitación, era demasiado tentador dejarse caer en la cama y olvidar cualquier obligación. Cerró la puerta para alejar cualquier pensamiento maravilloso, colocó la taza en el escritorio a un lado del portátil que pedía su atención a gritos.

Tomó su celular, tenía varios mensajes, Felipe y Karen se habían despedido unas horas antes mientras que el grupo de futuros ingenieros oficiales estaba lleno de memes que no dejaban de llegar. Usó toda la fuerza de voluntad que le quedaba para no verlos, era muy fácil que ver el primero se convirtiera en un viaje sin retorno.

Alicia arrastró la silla hacia el escritorio, era azul celeste y extremadamente cómoda. Se dejó caer en ella, miró el techo de madera, existían mil figuras e historias en las manchas; a esa hora cualquier cosa era válida para no tener que enfocarse en el código.

Abrió el archivo de OneNote donde llevaba parte de su vida organizada, era la digitalización del cuaderno planeador que tenía guardado en un cajón. Incluía un plan de cinco años del cual llevaba dos cumplidos casi a la perfección, pero también metía en él las cosas más aburridas como estructuras de trabajos y cosas diarias para hacer, incluso tenía una lista de mercado.

Acuerdo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora