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Alicia se volvió a mirar en el espejo, tenía el maquillaje perfecto y el cabello recogido en una media cola con un par de mechones que le caían a los lados del rostro. Eligió un jean negro y una camiseta gris, todo acentuaba su figura; pero lo más importante era el sobre con chocolates que tenía para pedirle disculpas a Jacobo por su descuido.
Tomó aire, el portero había avisado la llegada de Jacobo y solo quedaba esperar que apareciera en la puerta, lo único que Alicia quería era no ver tristeza o decepción en su rostro.
El par de golpes en su puerta la dejaron helada por unos segundos, apretó ambas manos en puños y se acercó para abrirle. La puerta sonó, Jacobo entró inmediatamente, la tomó por la cintura con fuerza y la empujó hacia una de las paredes.
―No puedo quejarme ―susurró, los ojos marrones la miraron fijamente―. Pero Alicia, si necesitabas sexo, podías llamarme.
La sangre le subió las mejillas, las orejas, pudo sentirla en la garganta y en el mareo repentino. Jacobo estaba muy cerca, con una mirada que solo era capaz de interpretar en una cosa. Cerró los ojos, si lo miraba no sería capaz de responder nada.
―Lo necesitaba para olvidarme de ti ―dijo, la respiración de Jacobo se hizo más pesada―. Y del fin de semana anterior.
La presión de las manos en su cintura disminuyó, fue reemplazada por labios suaves encima de los suyos.
―La próxima vez, sería mejor que quieras recordarme.
Alicia apoyó una mano en su pecho para alejarlo, había una sonrisa traviesa en su rostro y la misma hambre en sus ojos.
―Lejos ―Tomó aire varias veces―. Necesitamos comprar un vestido, no romper más reglas de nuestro acuerdo.
Jacobo se cruzó de brazos, frunció el ceño y terminó de vuelta con una sonrisa.
―¿Cuál tienes en mente?
―Uno rojo super bonito que me enviaste ―dijo, sacó el celular―. Mira, es este.
El vestido era pegado al cuerpo, de mangas largas y llegaba hasta la mitad del muslo. No tenía escote. Jacobo sonrió al verlo.
―Bueno, vamos a tener que visitar varios lugares par ver si lo tienen.
―Me invitas a comer algo, en caso de que se haga muy tarde.
―Por supuesto.
La busqueda por el vestido perfecto comenzó en el centro, en varias boutiques que parecían llevar vestidos de corte más elegante. Jacobo se sentó a esperar que se probara el primero, era un vestido de tiras más suelto.
Alicia dio varias vueltas mientras se miraba en el espejo, le quedaba bastante bien pero no era algo como para llevar a una cena familiar de navidad. Salió para mostrarle a Jacobo como le quedaba, no pudo evitar sonreír al ver como las comisuras de sus labios se alzaban y la miraba de arriba a abajo.