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Sus padres la sorprendieron con una cajita verde, mientras que ella a cada uno le entregó una bolsa con sus respectivos regalos. No solían celebrar, pero eso no implicaba que no se dieran uno que otro regalo en algunas navidades.
Alicia se sentó en la sala, con la cajita en las manos, tenía una sonrisa enorme en el rostro.
―Ábrelo ―Su padre tenía una taza de café en una mano, y su regalo en la otra―. Mínimo pretendes que te gustó.
Entrecerró los ojos, quitó la tapa con cuidado. Dentro había una libreta de color menta llena de puntitos blancos y el dibujo de una flor en el centro; Alicia soltó un gritito de emoción, llevaba varios meses sin comprarse una libreta que necesitaba y sus padres acababan de quitarle ese peso de encima. Se lanzó encima de su madre, que estaba sentada a su lado.
―Muchas gracias ―dijo―, de verdad.
Sus padres procedieron a abrir sus respectivos regalos, a su padre le había comprado un nuevo bolígrafo acompañado de una figura en porcelana de un cerdo, mientras que a su madre le consiguió un vestido que habían visto juntas.
Alicia dejó la sala luego de los varios abrazos y besos de agradecimiento, el reloj marcaba las cinco de la tarde y Jacobo había quedado de recogerla a las siete. Por lo que necesitaba empezar a arreglarse, tenía planeado un look sencillo pero elegante.
Encima de la cama tenía el vestido rojo recién comprado, junto a un collar con un dije de esmeralda y unos tacones que le encantaban. Todavía no había decido en si quería hacerse una especie de moño, dejarse el cabello suelto o apenas medio recogido.
Se llevó ambas manos al rostro, a pesar de que ya se llevaba un poco con algunos de los familiares de Jacobo, la idea de una cena donde se esperaba algo más que solo existir la ponía mal, le dolía el estómago y estaba segura de que si no lograba controlarse terminaría sentada en la cama y para el momento en que Jacobo llegara por ella seguiría ahí, desorganizada y hecha un desastre completo.
Tomó aire varias veces, el primer paso era colocarse el vestido, luego se preocuparía por su cabello, si el maquillaje planeado cumplía con sus expectativas y el resto de cosas.
Se miró en el espejo cuando el vestido estuvo en su lugar, le quedaba muy bien, se acomodaba a sus curvas y el collar le daba un aire más elegante. Suspiró, llevó ambas manos a su cabello y lo ató en un moño alto intentando encontrar de qué manera se veía mejor.
Terminó alisando un poco su cabello con el secador, lo suficiente para que no estuviese lleno de frizz, pero no como para perder del todo las pequeñas ondas que se hacían en las puntas. Se hizo una media cola, dejando un par de mechones fuera para acentuar su rostro.
Su madre merodeó por el baño varias veces mientras se organizaba, pero no dijo nada.
―¿A qué hora viene por ti? ―Habló cuando la vio concentrada en hacer que la sombra se viese bien en sus ojos.