❦ 20 ❦

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Jimin había dudado. 

En cuanto las puertas del ascensor se abrieron y notó que estaban en el último piso, dudó. 

Dudó si moverse sería una buena opción. Dudó si sería incorrecto echar a Yoongi y bajar a su piso, o si eso sería el quedarse a sanar sus heridas. Dudó si esperar a que alguien hablara o si él debía interrumpir antes de que el alfa le ofreciera algo de lo que no podría negarse. 

No sabía qué hacer.

Se lo había prometido a sí mismo, que dejaría de lastimarse. Que dejaría de ponerse en situaciones que sabía le dejarían llorando mares durante las noches. No quería hacerlo. Por su salud mental, por el bien de su corazón, y por el bienestar de su omega. 

Si se quedaba olvidaría toda convicción. Sabía que lo haría. No existía manera de que siguiera mirando a Yoongi a los ojos y no quisiera volver a su lado. No cuando el alfa jamás hizo algo mal. No cuando el problema era él.

Dudaba. Porque si fuera por lógica, Jimin ya hubiera partido, seguro de que entrar en el penthouse no sería la opción correcta y que, sin importar qué, iba a terminar más lastimado de lo que algún día podría soportar. 

Y, sin embargo, seguía ahí. 

Yoongi fue golpeado por culpa suya. Estaba sangrando por culpa suya.

A su lobo no le importaba volver a casa y llorar. 

—Tienes...  —Jimin habló en un murmullo—. Tienes un botiquín en el baño..., ¿verdad?

Sólo quería cuidar de su alfa. 

Yoongi entró al departamento detrás de Jimin, sin decir nada. Sentía al omega como un pajarito que acababa de dejarse ver de cerca por primera vez. Sabía que el mínimo error podría espantarlo. 

Suspiró.

Era irónico. Acababa de meterse en una pelea, tenía una laguna mental y el cuerpo le dolía como el infierno..., pero estaba feliz. Se encontró a sí mismo disfrutando la extraña calidez ferviente creciendo en su pecho, silencioso por la felicidad instantánea que creció en su lobo en cuanto vio a Jimin dar un paso dentro del penthouse. 

El dolor en su mano no importaba.

El omega sorbió por la nariz sonrojada. Sus lágrimas secas en sus mejillas, mientras se deshacía de sus zapatos y el abrigo mojado. Traía un suéter delgado debajo de todo que, por suerte, no resultó víctima también de la lluvia. A pesar de eso su cabello seguía húmedo y su rostro helado. 

Las luces estaban apagadas, con excepción de las automáticas en la cocina. Afuera aún no oscurecía por completo, pero casi. Las nubes grises ayudaban a que el lugar se viera más opaco de lo usual. 

Desde ahí, al otro lado del ventanal, podía ver la ciudad completa cubriéndose de lluvia. 

Frotándose los brazos, Jimin se giró. Miró de reojo a Yoongi mientras él decidía alejarse de la entrada, sintiendo la alfombra frotar con sus calcetines. 

El alfa ya se había deshecho de su chaqueta y ahora estaba en proceso de quitarse la corbata. Traía la camisa negra que Jimin le obsequió después de enterarse un mes tarde de su cumpleaños, la primera o segunda semana de abril, cuando aún no eran tan cercanos y Yoongi apenas le miraba a la cara. 

La prenda hacía un contraste satisfactorio con su piel, más pálida de lo que solía ser por el trato cruel del frío.  

Jimin adoraba esa camisa. 

Yoongi no volvió a alzar la mano a su nariz. Ya no sangraba, Jimin notó. Tampoco tenía alguna herida abierta, y sus ojos se veían claros. Ningún estilo de hemorragia de la que preocuparse. 

Want you to love me || YM ||  ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora