𝕴𝖁. 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐘

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acto i,
capítulo cuatro,
( destino )

「Nos prometieron que los sueños se harían realidad, pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños」

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Nos prometieron
que los sueños se harían realidad,
pero olvidaron mencionar
que las pesadillas
también son sueños

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Su respiración agitada y el crujir de las hojas bajo sus pies era lo único que se lograba escuchar entre las tinieblas del espeso bosque. Nunca hubiera imaginado lo temibles e interminables que podrían resultar aquellos pagos de Camelot entrada la fría noche.

Corría. Corría por su vida. Huía de las voces que, mezcladas con los susurros del viento, inundaban su mente, aterrorizándola. El miedo hacía presencia en sus verdes ojos, inundados de lágrimas, apagando el brillo que solía llenarlos. El brillo característico de ella, su juventud, sus sueños y esperanzas. El brillo de su magia y su inocencia.

—Kalya... —siseó el viento a sus espaldas.

Un escalofrío recorrió su ser, penetrando en lo más recóndito de su alma, obligándola a andar más rápido, a continuar huyendo, como si eso fuera posible. Ya no tenía control sobre su propio cuerpo, sobre sus acciones y su mente; el temor le había arrebatado todo... La muerte parecía el paraíso, el mismísimo cielo, en contraste con los susurros, los siseos, que la conducían a la locura y al infierno. Ya no lo toleraba.

Sus lágrimas seguían cayendo una tras otra, mezclándose con la lluvia que, en algún momento que ella no recordaba, había comenzado a caer. Seguía huyendo cada vez con más prisa, tanta que ya no escuchaba las voces. ¿Acaso las había perdido?

Estaba agotada.

—Kalya... ¿por qué huyes? —susurró el viento en su oído, arrastrando las palabras, haciéndolas veneno.

Se sobresaltó al instante. No lo imaginaba tan cerca, creía que le llevaba ventaja... pero, ¿de quién huía?... ¿del viento?

Reunió la fuerza que le quedaba, casi inexistente, y apresuró su paso aún más. Se aisló del mundo y se concentró en una única cosa: correr. Correr para escapar, para sobrevivir de aquellas horribles voces. Ajena a todo su alrededor, la raíz de un roble se interpuso en su camino, haciéndola tropezar y caer de bruces al suelo. No podía levantarse, ya no, era inútil.

Trató de recuperar vanamente sus fuerzas, pero ya toda esperanza estaba perdida. Pensó en Lancelot, en el sabor de aquellos labios sobre los suyos... ¡lo echaba tanto de menos! Pensó en Merlín, en su sonrisa, esa sonrisa tan fresca, y pensó en Gaius, con su mirada cansina que tanta paz parecía transmitir... pensó en aquellos ojos azules como el cielo, que tantos secretos ocultaban.

𝗥𝗘𝗦𝗨𝗥𝗥𝗘𝗖𝗧𝗜𝗢𝗡 ⎧ merlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora