𝖁𝕴. 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐆𝐆𝐈𝐍𝐍𝐈𝐍𝐆

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acto i,
capítulo seis,
( el principio )

「 Siempre te encuentras con tu destino en el camino que tomas para evitarlo 」

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Siempre te encuentras
con tu destino
en el camino que tomas
para evitarlo
 」

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La puerta de la habitación del galeno llamó la atención de ambos hombres apenas el chirrido de aquella siendo abierta se hizo presente y la figura de la joven hechicera, como la había llamado Kilgharrah, cabizbaja, traspasó el umbral. Amelie estaba sumida en sus pensamientos, tenía tantas dudas, tantos interrogantes, que sentía que su cabeza estallaría de un segundo a otro. ¿Cómo podía ser posible que haya un dragón en el castillo y nadie lo notase? Y, además... ¡hablaba! Ella era consciente que la magia existe desde el principio de los tiempos, incluso ella misma es una prueba de la existencia del mundo mágico, pero un Gran Dragón parlante iba más allá de sus expectativas. Aunque reconocía que no era cualquier dragón y que, si bien nunca estuvo en presencia de alguno hasta hacía unas horas atrás, intuía que no todos debían de hablar de forma tan críptica como aquel ser. Se preguntó si realmente sus dudas habían sido resueltas pero la respuesta era un rotundo no, sin preámbulos. Kilgharrah, más que ayudarla, la confundió y asustó aún más de lo que la joven ya estaba. ¿Por qué la antigua religión le había dado un nombre especial? Ella no era especial, estaba segura que no era la única joven con magia del reino. ¿Por qué Kalya? Supuso que estaba relacionado con Emrys, pero... ¿qué o quién era Emrys? ¿Por qué tenía un destino? ¿Acaso no bastaba ya con que tenga que ocultar su magia de todos para no ser ejecutada por algo que no pudo elegir? Aunque, siendo sincera, si hubiese tenido elección, tal vez y sólo tal vez, hubiese optado por tener el don de la magia... ¿Y por qué, por sobre todas las cosas, su destino tenía que ser nada más ni nada menos que el engreído príncipe Arturo Pendragon? ¿Acaso Lancelot era consciente de todas estas cosas y la envió aquí con un plan? No, no era posible, Lancelot no era así. Y si él hubiese sabido de la existencia de este Gran Dragón, seguro se lo hubiese mencionado.

—Amelie, ¿te encuentras bien? Nos tenías preocupados —la voz del anciano la sacó de su enredo de preguntas sin respuesta.

¿En qué momento sus pies la condujeron de nuevo a la habitación de Gaius? No lo recordaba. Y agradecía que, a pesar de sus despistes, ningún guardia la haya descubierto. Se encaminó a paso lento a la mesa y tomó asiento al lado de Gaius, suspirando. Merlín, suponiendo que Amelie no había probado bocado en todo el día y que, a juzgar por su expresión, no había tenido un buen día, puso gentilmente un plato de sopa frente a ella. La castaña le agradeció con una breve sonrisa y tomó el plato entre sus manos, que se sentía caliente al tacto comparado con sus frías manos producto de estar hasta aquellas horas en los helados calabozos. Mientras daba algún que otro bocado, pensaba en lo que el galeno acaba de preguntarle: no, no estaba bien. En esos momentos necesitaba con intensidad a Lancelot, lo anhelaba. Necesita abrazarlo, acurrucarse en sus brazos y contarle todo lo que le había sucedido. Él siempre la escuchaba y sabía qué hacer, qué decir. Pero no estaba, dolía no tenerlo cerca y no saber cuándo lo volvería a ver.

𝗥𝗘𝗦𝗨𝗥𝗥𝗘𝗖𝗧𝗜𝗢𝗡 ⎧ merlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora