Capítulo 14. -Fuiste, eres y serás.

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Camila:

No recordaba el tiempo exacto en que había estado en esa sala de hospital, siendo examinada por diferentes médicos y siendo custodiada por diversos guardias para asegurar que nadie fuera de lo común tuviera contacto conmigo. Luego vino lo más fastidioso y doloroso, dar testimonio de todo lo que me habían hecho en ese tiempo en el que estuve en ese lugar, con esas personas. Tuve que relatar cada una de las torturas, describir cada rostro, cada cuerpo, cada golpe, tuve que describir como me enteré que mi tío Pipe, era el responsable de todas las cosas que me habían pasado, y como él había admitido haberlo hecho para que mi papá le diera dinero destinado a ciertas cosas de estado, y también, describí sin pelos en la lengua cada una de las injusticias burocráticas que había cometido mi padre y como eso había puesto las cartas sobre mí.

Pero no me importaba, no me importaba nada de eso, yo quería verla, quería saber que estaba bien. Nadie, absolutamente nadie se dignaba a decirme nada. Los oficiales me ignoraban, simplemente miraban al frente y no decían nada. Las enfermeras y médicos fueron un poco más educados, ellos me dijeron que no podían revelar ningún tipo de dato con respecto al estado de salud de la policía, por orden directa de un superior de ella, y, por sobre todo, porque se había puesto en peligro su identidad y eso era un error que se debía corregir.

Al pasar de las horas, y cuando ya las cosas se calmaron hasta el punto de que tuve más tiempo sola que acompañada, fue que la presión de la incertidumbre se me hizo insostenible. Y, para mi suerte, una enfermera entró a mi habitación con una sonrisa amable en el rostro.

—¿Te puedo preguntar algo? — Lancé mientras revisaba el gotero del suero. — Es que de verdad me urge saber.

Sonrió de manera afable. — Lo que quiera señorita, intentaré responderle.

—Cuando yo ingresé, otra chica ingresó con un disparo en el abdomen y en la pierna. — Ella arrugó su entrecejo. — Es castaña, tez blanca, tiene pequitas, unos labios carnosos para morirse, es policía.

—Si, ya recuerdo de qué chica me habla.

Suspiré con alivio. — Que bueno que la recuerda. — Le sonreí de manera dulce, intentando ganarme su corazón antes de pedirle esa información que sabía, me negaría a buenas y a primeras. — Necesito saber ¿Cómo está ella?

—No puedo darle información señorita, el estado de la oficial es reservado. — Explicó de inmediato lo que ya sabía.

—Lo sé, pero ella...ella me salvó. — Expliqué con desespero. — Necesito saber su estado, necesito saber como está.

Ella sonrió de manera condescendiente. — Lo siento señorita, pero no puedo darle esa información, nos lo prohibieron.

—Lo sé, comprendo. — Tenía que razonar con ella a como diese lugar. — Pero...comprenda señorita. — Imploré con la voz temblorosa. — Comprenda que ella es muy importante para mí, y no solo porque me salvó, yo a ella la amo desde hace mucho tiempo. — No sé porqué razón lloriqueé. — Ella...ella es la persona a la que más he amado en la vida, por favor...ayúdeme.

Pude indagar en sus ojos durante los breves minutos en los que ella me miró, meditando si era pertinente darme esa información tan valiosa para la policía y para el hospital.

—Si llegan a saber que te lo dije, me despedirán.

—Yo me encargaré. — La corté. — Te daré lo que sea para asegurar tu permanencia en el hospital, pero por favor, no me niegues esa información.

—¿Qué quiere saber?

Sonreí satisfecha, ella me daría esa calma que necesitaba.

—¿Cómo se encuentra?

Ahora que te encontré - (Ventino) [Naca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora