Capítulo 20. - Todo sería diferente, si me hubieras amado.

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Jueves, 18:27 horas en punto.

Camila:

—Ella no me está respondiendo Olga. — Alcé mi voz al teléfono.

El único consuelo que había encontrado al hecho de que Natalia me ignorase por completo desde que se había ido de mi casa. Me detestaba inmensamente por haberla dejado ir sola, por haber permitido que cada una de las palabras rompiera su corazón y la hiciera más vulnerable a la hora de enfrentar a ese monstruo.

"Quizás solo no quiere hablar contigo, Camila". — Lanzó como si fuese lo más fácil del mundo entero. — "Acabas de decirle que su novio, la persona que recuperó su corazón; así no te gusta que te lo digan". — Cortó con frialdad mis insipientes gruñidos de protesta. —"Le acabas de decir que no es el hombre intachable que pensaba que era y eso es algo que no se supera fácil; dale tiempo para que se recomponga".

Gruñí otra vez. — No Olga, no es solo eso. — Bufé frustrada porque ella no comprendiera mi preocupación. — Algo no está bien, algo malo está pasando, lo presiento.

La escuché resoplar del otro lado de la línea. — "No seas exagerada, Camila".

—¡No soy exagerada, maldita sea! — Jadeé frustrada. — Algo malo está pasando, lo presiento. — Apreté mi pecho con fuerza. — Siento en mi corazón que ella está en peligro.

"Entonces ¿Qué pretendes haces?" — Preguntó con la voz más calma, quizás entendiendo que mi corazón de verdad estaba destrozado por la incertidumbre. — "Quieres ir a una comisaría, prefieres ir a buscarla a su casa o prefieres ir a la casa de su novio"

Me lancé frustrada en el sofá, apretando mi cabeza contra los mis rodillas para calmar mis malditas ideas suicidas de arrojarme por la ventana si ella no estaba a mi lado, o en su defecto, si algo malo le había pasado gracias a la información revelada por mí.

—No lo sé Olgui. — Lloriqueé. — Solo quiero encontrarla, saber si está bien, quiero saber si está a salvo.

"Cami, cálmate ¿Sí?

—No puedo calmarme, maldición. — Jadeé con más entusiasmo del que alguna vez había tenido. — Necesito saber si está bien. — Estaba a punto de llorar y eso me frustraba, me hacía sentir horriblemente inútil. — Aunque ella me insulte, me golpeé o me corra de su lado, yo solo necesito saber si está bien.

La escuché suspirar. — "Cami, iré para allá, llegaré en 15 minutos máximos"

Escuché ese horrible pitido durante varios segundos, sumiéndome en la horrible soledad de mi departamento que parecía tan vacío desde que ella se había ido. Me sentía imbécil, una completa idiota que no sabía cómo mantener el corazón de la persona que amaba a su lado, una imbécil desvalida que no sabía cómo amar hasta que la perdió por completo.

La puerta resonó con fuerza, haciéndome temer lo peor y a la vez devolviéndome esa maldita esperanza de tenerla conmigo. Sabía que era físicamente imposible de que Olga llegase en un periodo tan corto de tiempo.

Corrí a abrir la puerta, esperando a encontrarme esa hermosa mujer del otro lado, con esos ojitos grandes y esas bellas pecas que formaban mil constelaciones diferentes.

Abrí, pero ella no estaba ahí. — ¿Señorita Esguerra? — Preguntó el chico envuelto en ese horrible traje de correo.

—Si, soy yo.

—Tengo una entrega urgente para usted. — Murmuró rebuscando entre los bolsos que portaba. — Mientras lo busco, necesito que firme. — Indicó pasándome una Tablet con una forma digital. — Al final del documento hay un recuadro para la firma digital.

Ahora que te encontré - (Ventino) [Naca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora