Capítulo 22. - ¿Por qué te amo?

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[Epílogo]

Camila.

Juancho me miraba desde lejos con un aura de culpa rodeándolo, y pese a que yo quería acercarme y abrazarlo, sabía que no era el momento adecuado, ni el lugar.

Un funeral es algo demasiad íntimo, sin importar de quien fuese o las diversas faltas que tuvo durante la vida. Lo importante era rememorar las cosas buenas que hizo esa persona, así como todos los atributos que por lo general la gente no suele apreciar.

De los muchos funerales que había asistido en mi vida, había sacado una conclusión bastante certera, y es que en realidad nadie ve lo bueno que tiene hasta que ya estás muerto, o hasta que estas al borde de la muerte. Lo otro que había detallado con celeridad en esta ocasión, es que en realidad, tus faltas no importan cuando estás recostado en un cajón de madera. El punto, es que nada de lo que eres importa cuando te mueres, porque la gente recuerda lo que quiere recordar.

—Creo que deberías acercarte. — Susurró Olga a mi lado. — Juancho no lo hará y lo sabes.

—No quiero interrumpir.

Miré temerosa los ojos desgastados de Juancho, quien me miraba con cierta súplica de perdón. Desde ese día no nos habíamos visto, y mucho menos hablado; y aunque sabía que las circunstancias nos volverían a juntar de alguna manera, él había sido respetuoso y había conservado la distancia hasta que fue inevitable encontrarnos. Ahora estábamos uno a cada lado del cortejo fúnebre, mirándonos como si en realidad pudiéramos comunicarnos de esa manera.

—Sabes que ambos terminaron afectados de manera directa o indirecta. — Susurró Olga con suavidad. — Y él no tiene la culpa de todo lo que pasó, él no tiene la culpa de ser hermano de David, y tampoco tiene la culpa de que su padre optara por esconder bajo la alfombra los crímenes de su hijo.

—No me es fácil aceptar todo esto, Olga. — Susurré un poco perdida. — No luego de que vi como la vida se escapaba de los ojos del amor de mi vida.

—Lo sé, Camila. — Concedió con la mano apoyada sobre mi hombro. Casi de manera inmediata, dirigió mi vista hacia el muchacho una vez más. — Pero no puedes culparlo, cuando decidió poner todo para proteger a quien amas. — Su mirada dura me hizo dudar de lo que se estaba arremolinando en mi cabeza. — No le importó que el que estuviese del otro lado del arma también fuese su hermano. Además, no puedes exigirle que lo odie del día a la mañana.

—Lo comprendo, Olga, solo dame un poco de tiempo para asimilarlo. — Susurré. — No es fácil ver como le disparan a la persona que aman.

—Tampoco fue fácil para él dispararle a su amiga y a su hermano. — Los ojos transparentes de Olga chocaron con los míos. — Y sé que es algo que no te costará asumir como tal, pero tienes que comprender que ella hizo su vida en esos años en los que tu no estuviste cerca y él formó parte de ella. — Iba a reclamarle sobre los disparates dichos, pero ella se adelantó para dejarme en claro que estaba por continuar con sus ideas. — Y en esa vida, sabes que Juancho estuvo ahí para tomar su mano y sacarla del agujero en la que se había inmerso. Y también sé que esa separación no fue tu culpa del todo, pero si tienes algo.

—David fue el que orquestó todo.

—Pero no fue él quien te obligó a decir esas palabras.

Le miré incrédula, sabiendo que tenía razón en cada una de las cosas que había dicho y yo no tenía forma humana de rebatir los dichos de mi mejor amiga. Sus ojos no eran como los de quien juzgaban, sino que mostraba una comprensión inherente en el fondo de sus pupilas.

—Tienes que hacer mucho mérito para recuperarla. — Susurró con una sonrisa condescendiente. —Y creo que el primer paso es apoyar a su amigo cuando ella no puede. David era un monstruo, pero era el hermanito de Juancho, y de todas formas le duele haberlo perdido.

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⏰ Última actualización: May 30, 2020 ⏰

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Ahora que te encontré - (Ventino) [Naca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora