Capítulo 4 - Sangre maldita.

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Camila

Siento los ojos pesados, el dolor de cabeza me aturde, me desubica, nada tiene sentido en estos momentos para mí, ahora todo me parece una simple pesadilla. Una maldita pesadilla de mierda, necesito buscar a Alfredo, quiero ver que solo fue una pesadilla, una pesadilla y que él no está muerto, tiene que ser una pesadilla; en cuanto lo mire, pienso abrazarlo, jamás lo he abrazado, quiero abrazarlo, él es mi cómplice, más que mi leal sirviente, es mi alcahueta, necesito que esté vivo.

Abrir los ojos me cuesta demasiado, como si mi subconsciente me protegiera de la verdad, verdad que es como un balde de agua fría, lo primero que encuentro es oscuridad, luego el inmundo olor se cuela en mis fosas nasales; intento moverme, pero mis manos y pies están amarrados; todo es verdad, de verdad está pasando esto, siento que mis ojos arden, pero no quiero llorar, no quiero parecer débil, jamás permitiría que me vean derrotaba.

— Al fin despierta la princesita de papá. — Intento que mis ojos se adapten a la oscuridad de la habitación, pero es imposible ver a quien está frente a mí, aquello no pasa de ser una sombra sin rostro.

— ¿Qué quieres? Puedo darte todo el dinero que quieras, solo suéltame en este instante.

— Lo que quiero es mucho más importante que el dinero, princesa. — La maldita seguridad en su voz me irrita, aquella seguridad me vuelve insegura, nadie jamás me había quitado mi seguridad, nadie más que Natalia Afanador, el gran amor de mi vida.

— No me llames princesa, no tienes derecho, tu no pasas de ser un arrastrado. Tú no eres nadie, ni siquiera deberías dirigirme la palabra. — Vocifero con rabia, solo lo hago para sentir que tengo el control, pero es claro que el control no es mío.

— Pequeña Camila, ni estando al nivel de las ratas dejas de ser una maldita perra.

Escucho como una puerta se abre, utilizando esta oportunidad para gritar, pero solo se escuchan risas, sé que se están burlando de mí; esto es tan nuevo para mí, es algo que nadie ha hecho antes, nadie se había burlado de mí en todo lo que llevo de vida, yo soy la que se burla, yo soy la que se ríe.

— Pásala bien con tus nuevas compañeras. Y no las asustes, ellas no están acostumbradas a vivir con escorias como tú.

El fuerte sonido de la puerta al cerrarse termina de destruirme, aquel vacío en el pecho me invade, aquel recordatorio de que ciertamente tengo un corazón, un corazón que ahora está encogido, sin ganas de sentir más dolor; ha sido tanto dolor acumulado estos años, y ahora, ahora entiendo lo estúpida que fui, ahora que el dinero no es mi salvación, ahora que lo único que me rodea son desechos y ratas, tenía que llegar al fondo para entender, entender que lo único bueno en mi vida lo he perdido, perdí el amor, el único y verdadero amor de mi vida, la chica más pura, dulce, sincera, leal, mi todo. Perdí a quien me ayudaba y salvaba en todo, aleje a mi mejor amiga; el recuerdo de mis últimas palabras hacia ella, ese "te odio", esas palabras que la dañaron, mi comportamiento de niña mimada, ella, Olga solo quería abrirme los ojos, ella quería ayudar, y yo la insulte, la hice creer que no era nadie para mí. Mi actitud, mi forma de ser solo aleja, quizás es verdad lo que me dijo Natalia aquella última vez "Eres muy linda por fuera, pero estás tan podrida por dentro. Eres un monstruo Camila". Las lágrimas se acumulan y se liberan, ya no tengo escudos, todos están en el suelo. El cansancio que siento, el mareo, lucho contra mis ojos que se cierran, pero estoy débil y me rindo.

Siento un frío tremendo y seguido a eso lo húmedo de mis ropas, el agua en mi cara me despierta; ahora estoy en otra habitación, tiene una pequeña ventana que permite que, entre la luz, frente a mí está Nicolás con una sonrisa cínica en su rostro, traidor, asesino.

— Hola patrona.

— ¡Eres un desgraciado! — Su sonrisa se ensancha, lo odio, quiero matarlo, sacarle los ojos, quiero que sufra. — ¡ASESINO!

— ¡No! eso fue tu culpa Esguerra, tenías que dártelas de osada. Crees que mi intención era matarlo, de haber sido así lo hubiera hecho antes de bajar del auto; él no debía morir, era mi amigo, lo quería, pero él tenía que preferirte, si él no hubiera intentado salvarte estaría vivo. Y mejor aún si tú no me hubieras pateado, él no hubiera recibido ese disparo, es tu culpa, te atreviste a golpearme a mí, ese fue tu error y le costó la vida a Alfredo, intenta vivir con eso. O verdad quizás no estés vida mañana.

— ¡Te odio!

— El sentimiento es mutuo perra. Aunque no niego que estas buena.

El muy desgraciado me propinó un golpe en mi cara, de inmediato el sabor de la sangre invade mi boca, sujeta mi cabello y me besa; el asco me hace reaccionar de manera desesperada, escupiendo para que me suelte, pero él se saborea; aquello parece gustarle, es un enfermo, siento asco del morbo que reflejan sus ojos; vuelve a besarme, intentó darle un cabezazo, pero lo único que logro es que se mofe de su poder y me humille un poco más, otro golpe y otro, ya no importa, ya no siento, solo recuerdo como los ojos de Alfredo se apagaron frente a mí.

— Te deseo Camila, la inalcanzable Camila Esguerra, la hija del poderoso político. Hoy serás mía estúpida, hoy te demostrare lo que es un hombre. — Aquellas palabras no llegan a mis oídos, o quizás no quiero entender lo que significan, solo espero que pase, solo quiero que termine de destruirme para ya no tener por qué luchar, para ya no seguir esperando un milagro; solo espero que me mate y acabe con mi dolor de una vez por todas. Su mano se cuela bajo mi vestido con una experticia tremenda, pero el asco hace de las suyas, trayendo la bilis que se aloja en mi garganta; lo repudio, el problema es que sé que ya no tengo salida, no me queda otra que quedarme inmóvil y cerrar mis ojos, pensar en Natalia; una lágrima rueda por mi mejilla, su boca, su lengua recorre mi cuello, pienso que ya no queda nada que hacer, pero la puerta se abre, quizás un salvador, ¡NO!, otro golpe a mi corazón.

— ¡Aleja tu manos de ella desgraciado! — Nicolás me suelta en ese momento, yo solo miro el piso, quiero vomitar, Nicolás no logró su propósito, pero el asco y la sensación de estar sucia recorre mi piel.

Y entonces, un disparo, miró el cuerpo de Nicolás caer, la sangre emerge de su frente con rapidez, abundante, espesa, roja. Miró en dirección del hombre que disparó, y en ese momento todo termina de derrumbarse, mi mundo cae, de todos los hombres que podían hacer esto, porque él.

— ¿Tu? — Su rostro no da señales de nada, no parece sentir culpa.

— Yo princesa, puedo llamarte princesa ¿verdad?

— ¿Porque haces esto?

— Camila, mi niña. Aún no lo entiendes, te creí más inteligente, pero parece que ya se te quemaron todas las neuronas.

— ¡SOMOS FAMILIA, CON UN DEMONIO! TENEMOS LA MISMA MALDITA SANGRE.

— Pequeña, no te alteres; esto es por un bien común, tu padre no entiende a los ciudadanos, no le importa las manifestaciones, no le importa que otros mueran de hambre, no le importa nada más que él y su perfecta familia. Tiene que entender el mensaje, tiene que hacer las cosas bien por una vez en su vida.

— Tu eres parte de su familia.

— Yo soy el único que piensa, soy el único que puede hacer algo por este país.

— ¿Entonces es por poder?

— Es por la salvación de todos, cuanto crees que gasta tu papi en fiestas; cuánto crees que cuesta tu ropa, tus lujos, todo lo que te rodea, con eso se alimentaria a miles de familias. Pero a mi hermano no le importa, no quiere entender. Quise que todo fuera por las buenas, pero no quiso escuchar, que mejor mensaje que su princesa.

— ¿Que pasara conmigo?

— Eso solo depende de tu papi.

— No hagas esto tío, sabes que te quiero. — Se va, no le importa que esté sangrando, no le importa que derrame mi sangre; una sangre que es parte de él.

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Historia en conjunto con juli9802. Perdón la tardanza, acabo de tocar mi hogar

Ahora que te encontré - (Ventino) [Naca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora