17. Un rival.

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Habían pasado quince días desde el ataque a Jimin. Él solo había sido vendado de la cabeza pues la herida de la frente no era profunda.

Se encontraba en el palacio, en una de las recámaras de invitados, el Rey había ordenado que se quedara en el castillo hasta que resolvieran la situación del traidor.

Aún era temprano, se vistió para bajar a trabajar a la cocina un tanto fastidiado, después de saberse en el palacio sobre la farsa de la Omega y el Rey, el ambiente en el palacio estaba lleno de chismes acerca de quien de los dos omegas era al que el Rey elegiría.

Unos apostaban a que Jimin llevaba la ventaja por que tenía un hijo del Rey pero, otras omegas con el afán de ofenderlo hacían comentarios de lo superior que era la omega a comparación de él. Que si hacían mejor pareja o que si sus hijos serían auténticos ángeles.

Jimin solo se dedicaba a trabajar, dejando a un lado las habladurías que más que hacerlo sentir mal eran como una clase de recordatorio del por qué tenía que dejar de hacer lo que su lobo omega le reclamaba.

Salió de su habitación y se asomó a la de Sunoh, solo él, Jungkook y Jin tenían acceso ahí. El pequeño aún dormía tan plácido como el lo había dejado la noche anterior.

Ahora Jin vivía en el castillo con Namjoon, no había sensación más hermosa que por fin ver a los dos enamorados. Namjoon había sido parte de su historia que el deseaba borrar por todos los malos momentos que había vivido, aunque sea pareja de su mejor amigo el aún no podía perdonarlo por haber hecho algo tan bajo como robarle su primer beso y ensuciar el cariño sincero que sentía por él.

Jin lo había recogido del calabozo cuando la Omega rubia le arrebató a Jungkook de los brazos, llevándoselo con ella, envolviendolo de su aroma chocante de cereza y solo pudo sentir que su sangre le hervía al verlo tocar a su lobo.

Bajó las escaleras y fue a las calderas a meter leña y comenzar su trabajo.

El ambiente en el calabozo se había tornado tan agradable y tranquilo que durante unos momentos había bajado la guardia y había disfrutado de su cercanía, pero todo terminó rápidamente.

Levantó un par de troncos y los metió a la hoguera, tomó otros dos y los acomodó con cuidado, muy pocas personas estaban en la cocina.

Jin lo había levantado después de ser separado tan bruscamente del alfa, él lo había curado como lo había hecho en el pasado y lo había llevado con Sunoh, solo así se había podido recuperar del shock.

Pasaron un par de horas cuando la gente se aglomeró en la cocina y el bullicio se hizo insoportable. Jin no aceptaba que el trabajara y alegaba que iría a hablar con el Rey, que aún estaba convaleciente en su recámara.

Lo único que aborrecía es que la omega, a pesar de que todo el mundo sabía que no era la reina, seguía en su papel de esposa del Rey, que eso a el no le daba problema, lo que le parecía un tanto extraño es que se le quedara mirando durante largos momentos como si esperara que él la enfrentara.

Y eso pasaba todos días cuando iba por comida para llevarle al Rey.

Los primeros días lo ponía nervioso, pues el solo se dedicaba a limpiar más no a cocinar, y aún así parecía no entenderlo, pues le pedía que hiciera algun guiso en especial. Pero después se dio cuenta de sus malas intensiones y solo la ignoraba riéndose.

El no pelearía al alfa. Se lo podía quedar para ella.

Y de allí que la cocina se llenara de habladurías.

Era evidente que ella lo veía como rival.

Estaba en un taburete subido ayudando a colocar un trastero cuando el olor a cereza falsa lleno la cocina.

Cuando el amor espera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora