Cuando el amor espera.

27. Una Cita.

Jungkook había pasado la tarde muy nervioso, durante la comida no dejaba de buscar la mirada de su omega y cuando por fin la obtenía se quedaba como en un limbo donde solo existían ellos dos, la conexión se rompía por Jimin poniéndose apenado tratando de disimular su reacción, pues sus mejillas se tornaban rosadas y sus ojos parecían brillar.

Había pasado la tarde en la cocina supervisando que la cena especial fuese preparada correctamente, no dejo de pensar ni un minuto en lo guapo que se vería Jimin ese día de nuevo vestido con alguno de sus trajes; el vino fue escogido con sumo cuidado, eligió uno muy suave de sabor delicado que iría perfecto con la ternera.

Cuando todo estuvo listo subió a su recámara para ponerse uno de sus mejores trajes, su corte de pelo había sido corregido ese mismo día, así que solo bastó con peinarlo un poco para que tuviera el look de un hombre bueno y atractivo, recalcó "bueno para él", rectificó varias veces que su imagen estuviera perfecta. Su emoción crecía conforme pasaban los minutos, sentía ansiedad, se imaginaba una y otra vez  estar frente a él mientras que este sonreía.

Bajó de nuevo al comedor, la mesa ya estaba lista, la iluminación era perfecta para un ambiente calido, pidió que se hicieran cargo de Sunoh y que no hubiese nadie rondando en el castillo, quería que esa noche todo fuera íntimo y perfecto.

Suspiró complacido por su dedicación, estaba convencido que Jimin empezaría a dejar de lado la estúpida tristeza sin fundamento que lo atormentaba; el omega tenía que entender que ahora él estaba a su lado, que más podía pedir.

Acomodó las flores del centro de la mesa con esmero, aún no sabía cuales eran sus favoritas, aceptaba que uno de sus tantos errores era no tomarse el tiempo para conocerlo, pues no sabía casi nada acerca de sus gustos, parecía tener un espacio vacío en su mente cuando intentaba buscar algo que lo hiciera feliz y ese era uno de sus principales objetivos, confiaba que después de esa noche averiguaria más acerca de él y acabaría con las dudas del omega sobre su cariño sincero.

Se sentía un poco egoísta, quería tenerlo a su lado para su propio deleite, observarlo era en sí mismo un placer, sus rasgos eran hermosos y delicados, sus ojos rasgados siempre tenían una mirada genuina, su pequeña y elegante nariz le daban un aire inocente, pero sus labios eran una tentación, tan suaves y receptivos a sus caricias.

Él era único.

Le gustaba, era un omega perfecto para un Rey como él.

Sintió que su pecho se aligeró, aceptar de una vez por todas que le gustaba le hacía sentir cómodo con su lobo.

"A mi me gustó desde la primera vez que lo vi, solo era un cachorro"

- Pues yo no recuerdo - le contestó a su lobo.

"Se escondía detrás de su papá cuando visitó el castillo"

Y entonces recordó que cuando apenas era un niño, el papá de Jimin viajó a su castillo para pedirle financiamiento a su padre, pues la hacienda que había comprado fue fruto de un mal negocio, aquella mañana se encontraba  jugando con sus primos en el jardín cuando percibió un aroma distinto; ninguno le había prestado atención, nadie se percató del aroma, solo Jungkook que había buscado el origen sin resultados, pues nunca se imaginó que este provenía del pequeño niño que caminaba detrás del anciano.

Tiempo después el padre de Jimin había fallecido y la hacienda había pasado a ser propiedad de su padre, pues el anciano jamás logró hacer que las tierras cosecharan lo suficiente para poder pagar su deuda, su padre había adoptado a Jimin y así había sido como su historia había comenzado.

Habían pasado muchas cosas de las cuáles no estaba orgulloso y trataba constantemente de no pensar en eso, pues le costaba aceptar que había sido un idiota al escuchar obedientemente los consejos de su hermano Hoseok, el mismo que despues lo había mandado a matar, él lo manipulaba de tal manera que nunca había sentido piedad hacía su omega y lo hacía confiar ciegamente en sus palabras.