Se sentía como un maldito embustero.
Apenas la semana pasada había proclamado que esperaría todo el tiempo necesario, que no lo presionaría y ahora se sentía indignado porque él no mostraba señales de amarlo aún, se encontraba en su despacho observando a la nada, así había estado toda la semana, por completo desconectado de la realidad.
La primera nevada había llegado, el frío era intenso pero, nada lo hacía reaccionar. La hermosa sonrisa de ese omega lo tenía en un limbo, él mismo que había declarado que ya no lo amaba y se mostraba indiferente con el como si no lo quisiera.
Jimin era la perfecta interrogante para él.
Pero, había tenido la oportunidad de observarlo más de cerca, la manera en la que trataba a Sunoh con cuidado y cariño, su sentido del humor tan básico y dulce, la manera en que daba órdenes en el castillo, siempre era de una manera amable y firme, la forma en que sostenía los palillos con sus pequeñas manos, la forma en que sus ojos se entreabrían a la luz de las mañanas al despertar.
Su tristeza había sido sustituida por un constante enojo, porque había aprendido que un rasgo de su personalidad era no reaccionar de manera simple, parecía ser experto en no demostrar sus sentimientos y emociones.
Ahora tenía miedo, le había pedido que se quedara a su lado pero, no quería obligarlo, anhelaba que lo hiciera por amor a él.
Se sentía ansioso, no tenía seguridad en nada, lo sentía tan volátil y deslumbrante a la vez. Ojalá su atractivo o su poder le sirviera de algo pero, todo eso carecía de importancia.
¿Por que él no podía simplemente amarlo? ¿Por qué lo tenía que hacer tan difícil? ¿Acaso era él el que ya se estaba enamorando de su omega?
Fue avisado que la comida estaba lista.
Salió del despacho un poco exhausto, la noche anterior había sucedido algo distinto. Habían pasado en vela la mitad de la noche, se habían regocijado en caricias íntimas durante bastante tiempo, le gustaba tenerlo entre sus brazos, le gustaba besarlo. Había quedado impactado cuando al llegar a la recámara y meterse en la cama lo había encontrado sin camisa, solo unos pantaloncillos ligeros lo cubrían. La temperatura había bajado considerablemente pero, él no parecía tener frío, sin preguntar la razón de aquella acción se había acercado a él besando desde sus hombros hasta el inicio de la curva de sus glúteos, él se lo había permitido y Jungkook había sido la persona más feliz del mundo.
Sus lobos estaban en perfecta sincronía y solo le quedó disfrutar, después él se había subido a su pecho buscando sus labios. El toque de sus torsos desnudos acariciandose le habían dado un goce inigualable, sabía que podía obtener más si lo presionaba solo un poco pero, dejó que él marcara el ritmo.
Su cuerpo era delicado y fino, lo seducía de una manera genuina, se detuvo en su trayecto al comedor recargandose en un pilar para poder controlarse, no podía llegar así frente a él. Estaba excitado. La tensión había crecido tanto que no tardaron en sobar sus erecciones con movimientos rítmicos de sus caderas, corriendose juntos, besándose con pasión, dejando que sus lobos hicieran una fiesta de feromonas.
Después todo se había terminado, él le había dado la espalda, dejándolo con añoranza, abrazarlo lo hizo sentir mejor pero, esa extraña sensación se había quedado en él, no solo quería su cercanía, el lo quería todo, todo de él, quería su amor. Lo había seguido besando en su cuello durante mucho tiempo deleitandose con sus suspiros, acariciando su piel desnuda suavemente, anhelando que el tiempo se detuviera.
Finalmente él se había dormido ya muy tarde.
Pero, no quería presionarlo.
Así que sentía una contradicción en su pecho. Esa mañana él solo lo había ignorado como lo había hecho todos los días pero, eso no era lo que el esperaba.
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Cuando el amor espera.
Historical FictionJungkook alfa rey que todo el mundo lo cree muerto desde cinco años atrás... escapó de su cautiverio, regresa a vengarse de sus enemigos y a recuperar su reyno pero no ha reclamar a su omega Park Jimin, a él no le interesa y menos cuando se entera...