Capítulo 10

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Brisa.

Abro cuidadosamente los ojos. Hoy no he dormido nada. Entre repasar las operaciones y los nervios de tener que controlar a Privel, he estado toda la noche en vela.

– ¿Qué haces? – escucho.

Doy un leve salto sobre la cama y abro los ojos de par en par cuando veo a Enys sentada en la butaca de mi habitación, mirándome con un gesto extraño.

– ¿Qué haces tú? ¿Observándome?

Me llevo la mano al pecho del susto que me ha dado.

– Priv Carter está en tu cama... – señala a mi lado – Por si no lo sabías.

– Estaba en fase de mono y tenía que vigilarlo.

Salgo, sin mover la manta, de la cama. No quiero despertarlo.

– ¿Y tenías que meterlo en tu cama para eso?

Le lanzo una mirada de advertencia y camino hacia mi armario para escoger las prendas de ropa de hoy.

Miro mi parte del armario. La otra está ocupada por prendas de ropa anchas que destacan por los colores pálidos y oscuros, en comparación con mi ropa que es bastante colorida.

– ¿Desde cuándo sois tan amigos?

– No lo somos – murmuro mientras estiro de su brazo para sacarla de la habitación – Lo cuido para que se desintoxique.

– ¿Dejando que duerma contigo?

Volteo los ojos.

– ¿Desde cuando te importa quién duerme en mi cama?

– Tienes razón.

Caminamos por el pasillo cuando escucho ruido en el salón.

– Por cierto, tu otro novio está en el salón.

Le doy un golpe en el hombro por pesada.

– ¿Tú y Yefrem sois pareja? – escucho su voz.

Nos giramos hacia Privel que está de pie, con el pijama que le dejé, mirándonos con cara de sorprendido.

– ¡Joder! ¿Cuánto llevas ahí?

– Acabo de llegar.

Me giro hacia Enys que me sonríe y se marcha hacia el salón.

– No somos novios, Enys siempre habla así de los chicos con los que salgo – le explico sin entender porque le doy explicaciones.

Continuo con mi marcha hacia el salón donde veo a Yefrem apoyado sobre la mesa con una taza de café entre sus brazos que al parecer, le ha preparado Enys.

Avanzo hacia él y me doy cuenta de lo bien que viste. Siempre arreglado, con americanas largas, pantalones oscuros y zapatos bonitos. En cambio, el drogado de detrás mía es más de vestir con sudaderas de colores psicodélicos, vaqueros desgastados y zapatillas.

Cuando ya estoy en frente suya, Yefrem me da un beso en los labios como saludo.

Es extraño porque no es el primer beso que nos damos, pero sí con público. Ya hemos tenido sesiones acaloradas de besos y arrumacos, pero nunca habíamos mostrado afecto en público.

Por supuesto, me llevo una mirada de complicidad de Enys. Mi hermana es la persona más calenturienta y cotilla que existe.

– ¿Te apetece desayunar juntos?

– Me encantaría – acepto su propuesta.

Alguien se acerca y deja caer sus brazos sobre el cuello tanto mío como de Yefrem. Privel nos mira con una sonrisa juguetona.

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