Brisa.
No esperaba pasármelo tan bien hoy, pero Irina sabe como montar una buena fiesta y sus amigas son bastante agradables.
He bailado, reído y celebrado su aniversario como si fuera una amiga más. Eleazar nos ha agradecido que viniéramos y Enys ha aprovechado toda la noche para emborracharse, como hace siempre.
Yo llevo las dos horas vigilando a Privel y no ha bebido nada del alcohol. Lleva una botella de agua en la mano y se basta con eso, como yo.
He bailado con todos y he enseñado mis movimientos secretos, que son horrorosos. No soy buena bailarina.
Me acerco a Privel que se ha alejado un poco de nuestro grupo. Parece como si quisiera tomar el aire o necesitara despejarse.
– ¿Estás bien?
Me paro en frente de él y veo como le suda la frente. Es normal en alguien que se está desintoxicándose. Sudar por casi todo, debido al estrés.
– Sí – bebe un poco de agua.
Algunas chicas nos miran y cuchichean porque saben perfectamente quién es él.
– Si te sientes abrumado, infórmame.
– Estoy acostumbrado a la gente y a las fans.
Le doy un toque en el hombro antes de pasar por su lado.
– No me refiero a eso.
Su mirada se detiene en la mía y veo una clara complicidad. Ha entendido de que hablaba.
– Vale, gracias.
Después de una hora más bailando pido que nos sentemos en el reservado donde han preparado una tarta de cumpleaños con velas gigantes. También han contratado a una vedette para que haga un espectáculo y anime un poco la celebración.
Irina sabe cómo organizarlo todo.
– ¡No me lo puedo creer! – escucho una voz aguda y algo silbante.
Sé de quién es esa voz.
Enys abre los ojos y me señala la puerta. Cuando me giro, veo de quién se trata.
– ¡Eres tú, sin duda! – se acerca a mí con efusividad y me abraza – Aunque tiene el pelo más oscuro y te has cambiado el maquillaje.
– Giselle.
Han dejado de hablar a nuestro alrededor y solo se escucha la música de la discoteca. Parece que todos están atentos a nuestra conversación.
– Estás hermosa, estrella.
– Digo lo mismo – la saludo con dos besos – ¿Qué haces aquí?
Ella se aleja y se aparta el pelo de la cara dejando ver su busto decorado con un corsé negro y rojo. Sus pechos están más exuberantes de lo que recordaba y parece tener más curvas en las caderas.
– Cuando dejé los escenarios quise volver al mundo del exhibicionismo, así que me uní a este local.
– ¿Aún haces cabaret?
Asiente y pasa la vista por los presentes.
– Brisa, ¿de qué conoces a Giselle? – pregunta Yefrem. Parece emocionado – Un gusto conocerla, de pequeño tenía un fuerte crush contigo.
– Aaw, que bonito... – pestañea con coquetería – Estrella y yo nos conocimos en los escenarios.
Me tenso y la corrijo con rapidez.
– Tuvo un accidente en un concierto y mi madre la atendió en el hospital – explico con más detalles – Así la conocí.
Giselle se ríe y pasa un brazo por la flexura de mi codo, apoyándose sobre mí.
ESTÁS LEYENDO
Millones De Símbolos ✔️
RomansaEn millones de símbolos no se busca el amor. Es un tema que se trata en el libro, pero los protagonistas no desean por encima de cualquier cosa encontrar ese sentimiento. Se busca encontrarse a si mismo, descubrir quién eres y como evolucionas. Lo...