Capítulo 31

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Brisa.

Llevo casi dos semanas en Baltimore.

Después de mi cumpleaños decidí coger un vuelo a Baltimore para estar en el Hospital John Hopkins y así preparar de más de cerca la operación de la señora Olimpo. He estado investigando como hacerlo y casi he llegado a una conclusión.

Puedo pensar mejor que las anteriores semanas porque no siento el estrés y la ansiedad de los paparazis. Siento que puedo respirar y eso me ha ayudado a centrarme en la operación.

Ya no me siguen, no hay acoso de los medios de comunicación y ya no estoy en el punto de mira.

Esa es la parte buena de haber dejado la relación con Privel, pero todo tiene su parte mala.

Lo echo de menos. Muchísimo. A niveles que no pensé que podría sentir. Me acuesto por las noches pensando en él e imaginándolo delante de mí. Me levanto por las mañanas pensando en él. Cuando no estoy operando o trabajando miro el álbum de fotografías que me regaló y detallo cada imagen.

Mi felicidad en las imágenes. Mi felicidad junto a él.

Es difícil, porque ahora no soy feliz del todo, pero si soy libre.

¿Qué vale más? Supongo que para cada persona vale más una cosa u otra. ¿Vale más ser feliz y sentirse encerrada entre un mundo que no te pertenece porque no eres famosa? ¿O vale más vivir libre sin la completa felicidad?

Creo que la pregunta correcta es, ¿por qué deberíamos dejar que otros arruinen una relación? Por culpa de otros y por mis propios miedos he dejado a alguien que me hacía sentir única. Sus malos chistes, su pésima forma de ligar, su inocencia y su lado pervertido...

Todo eso he tenido que dejarlo atrás por el trauma que me hicieron sufrir de pequeña.

Y no está bien.

No lo está, pero aquí estoy haciéndolo. En fin, a veces no se puede lograr todo.

Enys ha estado todo el día mandándome mensajes para pactar una hora en la que pueda llamarme porque estoy tan atareada que no he tenido tiempo para nada más. Además de que en Baltimore son tres horas más que en Los Ángeles.

La llamo a la hora que habíamos acordado y ella descuelga al segundo.

Brisa.

– ¿Cómo estás?

Bien, he terminado el último ensayo de la gira e iba a salir a celebrarlo – me la imagino muy arreglada con algún vestido que acentúa sus curvas – ¿Y tú?

Miro los papeles que tengo encima de la mesa junto al portátil y luego al cuerpo pequeñito que duerme en el sofá. No hace falta decir que Antílope se ha venido conmigo a Baltimore ahora que no tiene escuela. No la iba a dejar en Los Ángeles cuando soy su responsable.

El juicio por su custodia es dentro de unas semanas y aunque todo indica que van a darme la custodia, también siento un poco de nervios por esa parte.

– Tengo en un rato una cita muy importante de una cirugía algo extraña que tengo en mente.

¿Pero estás bien?

– Depende de si quieres que responda la verdad o que te diga lo que quieres oír.

Antílope se mueve en sueños y tengo que levantarme para que no se caiga del sofá donde ha decidido tomar una sienta.

Quiero que me digas lo que sientes.

– Ya sabes lo que siento, pero es difícil se solucionar cuando no puedo vivir como él quiere.

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