Capítulo 18

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*Me estoy riendo con el gif, perdón*

Brisa.

Parpadeo varias veces mirando y analizando si la persona que está delante de mí es real.

Noto el cosquilleo por los dedos de las manos y recuerdo todo lo que esa señora me ha hecho desde que nací. A mí, a mi hermana y a mi padre.

– ¿Sabes si Antílope está aquí? – se pone de puntillas para ver detrás de mí.

Me enerva y me enfurece su intento de parecer buena madre. Es mentirosa, rastrera y manipuladora como la que más, pero lo que ella no sabe de mí es que ya no puede manipularme y mi carácter es más fuerte que nunca.

Alejo a Eleazar de mi lado, levanto mi brazo y aprieto mi mano antes de golpear su rostro con mucha fuerza, tirándola a tierra y yéndome encima suya para continuar golpeándola.

No consigo mi propósito porque me sujetan de los brazos.

– ¡¿Qué haces?!

Me alejan de ella y veo como se agarra la nariz que le sangra. Tiene la ropa llena de sangre y por sus brazos chorrea sangre de la herida.

– ¡Joder, como duele! ¡Está sangrando! – solloza mientras grita – ¡Mi nariz sangra!

– ¡Espera a que me suelten y sangrará otra cosa!

Eleazar me mantiene alejada de ella y aunque intente acercarme es inútil con la fuerza que hace sobre mí. Mi madre aparece por la puerta, seguramente asustada por los gritos, y se sorprende al ver la sangre en su poche.

– ¿Pero qué has hecho, hija?

– Lo que se merecía – le escupo en la cara.

– Basta.

Me alejan completamente y me obligan a entrar a casa.

– Que modales tiene esta niña... Yo no lo enseñé eso – la escucho hablar.

– ¡Tú no me enseñaste nada! – grito para que me escuche.

Enys viene corriendo con Privel y Yefrem detrás suya. No veo nada más que a mi madre sangrando y por dentro sonrío. Se que no debería de haberlo hecho y más aún estando Antílope en casa, pero me ha sido imposible...

– ¿Esa no es...? – la pregunta se queda en el aire cuando Yefrem corta a Irina que sigue en el sofá con mi hermana.

– ¿Por qué está sangrando?

– ¿Ventura Atwater? – se sorprende Privel.

– ¡Mamá! – grita mi hermanita.

– ¿Mamá? – se gira Privel aún más sorprendido.

Hago un intento más para acercarme a esa mujer, pero es imposible.

Veo como mi madre la ayuda a entrar a casa y la sienta en una silla de la cocina mientras le mira la herida de la nariz, posándole un trapo húmedo para taponar la sangre.

– Enys, tráeme el botiquín – ordena mamá.

– Pero no se lo arregles – veo cuando intenta colocar su nariz rota – A lo mejor así gana más dinero. ¿No es lo que quieres? – le pregunto directamente a ella.

Se vuelve a quejar y consigo que Eleazar me suelte aunque me retiene del brazo para asegurarse que no voy hacia Ventura.

La odio.

– Me has hecho daño, hija.

– ¡No soy tu hija!

Estoy harta de repetirlo. Esa mujer, esa persona que dice ser mi madre, no lo es. Lo fue anteriormente, pero fue tan mala madre que perdió el derecho a serlo.

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