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Eleanor

El estar en casa sola todo el dia y no poder moverme hacía ningún sitio fuera de aquí es muy aburrido, no tengo mas que hacer que limpiar y ordenar una y mil veces las mismas cosas.

Pongo un poco de música en el pequeño estéreo que me compré hace ya varias semanas atrás, para no estar tan desanimada mientras ordeno todo.

Clark me prohibió salir sola de nuevo, por lo que pasó hace semanas con el chico que me ayudó a entrar las bolsas de las compras que había hecho.

Sus palabras no dejan de repetirse en mi cabeza una y otra vez, como si fuera una canción pegadiza o un disco rayado.

Es lo más ofensivo que me ha dicho, hasta ahora.

Se que él cambiará, tengo esa pequeña chispa de esperanza encendida esperando para ese día, me tratará con amor de nuevo y volveremos a ser felices.

Así como cuando éramos dos adolescentes inexpertos en tantas cosas.

Todo cambiará.

Y mejorará.

[...]

Acabo de recibir una golpiza por parte de Clark, solo por el simple hecho de responderle un cumplido a un señor el cual me halagó mientras ibamos en la calle.

—Ese señor no sabe lo que dice— me grita, haciendo a todo mi cuerpo temblar del miedo— Y tú de puta ofrecida le sonríes y agradeces sabiendo que es mentira.

Esto me da a entender que para él no soy bonita, no soy lo suficientemente bella para recibir un halago de su parte o de las personas de la calle.

Tal vez nada de esto cambie.

Solo soy una soñadora enamorada de un patán que no ve por más nadie que por el mismo.

—Yo solo fuí cortés—mi voz sale ronca, pastosa y temblorosa. Tengo tanto miedo justo ahora de él. Quisiera hundirme en la pared y poder camuflarme solo para que él no me golpee más.

—¡Cállate, no te he dado el permiso para abrir la boca!

Me da otra bofetada en la mejilla derecha, causandome el doble del dolor. Siento sangre en mis papilas gustativas, me ha partido el labio por dentro... otra vez.

Tenía un morado en la parte izquierda de mi cara el cual ya se me había borrado, ahora tengo que tener una marca multicolor por todos los golpes que he recibido en la mejilla derecha hoy.

—Por eso no me gusta que salgas de esta casa— argumenta mientras me agarra por el pelo— Al primero que te hace ojitos ya le andas abriendo las piernas. ¿Por qué eres así?

Me zarandea por el cabello, causandome un fuerte y desagradable dolor.

Un grito desgarrador sale de ni garganta, porqué siento que me ha despegado el cuero cabelludo con todo y cráneo.

—¡Ya, basta!—vocifero haciendo que me arda más la garganta.

Por impulso tapa mi boca con su mano para que deje de gritar. De tanto intentar gritar por debajo de su mano termino casi por ahogarme.

El aire me falta, por lo que golpeo su mano un par de veces hasta que me suelta y por fin, puedo respirar con normalidad.

Se ríe de mi y de mi situación, para luego decir;

—Me das asco, Eleanor, no puedo creer lo bajo que he caído al casarme con una puta como tú.

Todo mi mundo se desmorona y cae al suelo partiéndose en miles de pedacitos al oír eso.

Pensé que estaba feliz de estar casado conmigo.

Solo pensé.

En las fotos y en la boda estaba muy feliz. Incluso antes de casarnos...

Te odia. Me grita mi subconsciente, al cual callo de una bofetada mental.

Después de varios segundos de mirarme de forma rara, se va de la sala dejandome sola y echa un mar de lágrimas.

[...]

—Hoy vienen unos amigos del trabajo a cenar a casa, quiero que te comportes, no quiero que andes puteando con todo el que te hable.

Informa llegando a mi lado para darme un beso en la mejilla. De lo cual no me sorprendo porque siempre lo hace cuando viene gente a casa y quiere que me "comporte".

—También quiero que te maquilles esos golpes que están muy notables a simple vista, no quiero qué piensen qué soy un neandertal—dice pasandome un bolso lleno de maquillajes, que el mismo ha comprado.

También me pasa un vestido gris largo, con un abierto en la pierna izquierda y un escote no muy pronunciado.

—Quiero qué te pongas esto también, lo compré hoy, no se si te servirá.

Si quiera tengo el valor de mirarlo a los ojos y menos de pronunciar alguna palabra.

—Pruébatelo, ahora.

No he hablado desde hace una semana con él. Solo me la paso mirandome en el espejo, observando cada golpe que me ha dado y cada marca que me va dejando.

Tomo el vestido de su mano para ir al baño y poder probarmelo con más calma, pero él me detiene a mitad de camino.

—No— niega tanto con la cabeza como con las manos— Quiero que te lo pruebes aquí, quiero ver si no tienes algún golpe más en alguna parte del cuerpo.

Asiento hacía él quitándome la bata que tenía puesta, quedando desnuda ante su mirada.

No duda un segundo en pasear los ojos sobre cada rincón de mi cuerpo.

Antes me sonrojaba ante tales miradas, cuando él me miraba con deseo, dije bien, me miraba, ya no.

Solo le das asco. Siento que a veces mi subconsciente llega a tener sus razones.

Ya ni siquiera siento que me ame con tanta fuerza como antes.

No sabía que el amor por una persona se podía acabar tan rápido.

En un pestañeo todo puede acabar.

Solo basta con quererlo y tener el valor de hacerlo.



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Violence © #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora