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Clark

Aun no me he movido del hospital, no tengo ganas de siquiera moverme de aquí realmente.

Tengo que tener noticias de mi esposa sí o sí.

Mi suegra se ha ido a descansar, lo necesitaba, las ojeras debajo de sus ojos y el estar durmiendo incómoda en unas sillas la tenían malograda.

Solo se fue porque le rogué, y no segundos, sino horas.

Eleanor tiene una semana metida aquí, y no ha despertado aún.

Y no hay noticias de como está el bebé.

—¿Familiares de Eleanor Hanson?—sale un doctor de un cuarto leyendo unos papeles en sus manos.

Al escuchar el nombre de mi esposa, inmediatamente me pongo de pie.

—Aquí, doctor. Soy su esposo—llamo su atención, del doctor.

Se acerca a mi a paso lento, incluso puedo decir con certeza que una tortuga es más rápida que el, llega y se sienta a mi lado.

—Soy el doctor Spencer— se presenta.

Me ojea a mi, y seguido a los papeles. Siento que esa mirada no trae nada bueno a decir.

—Lo siento, señor Hanson— asustado y alarmado empiezo a sudar frío ante esta palabra.

Como ya había adivinado antes, nada bueno viene tras esta palabra.

—Su esposa... —hace una corta pausa, lo suficiente como para sentir el dolor en sus palabras— Ha perdido al bebé, lo siento mucho, señor.

¿Qué?

¿Qué acabo de Escuchar?

Esto debe ser una broma, es definitivamente una.

El no puede estar hablando en serio y menos con la vida mi hijo.

Esta noticia me cae como un balde de agua fría encima, como si miles de personas me lanzaran piedras en la cara a la vez.

Los golpes no se comparan con la acidez que me ha caído dicha noticia.

Abro los ojos más de lo normal, trato de hablar pero no puedo.

Las palabras no salen de mi garganta, las siento trabadas en ella.

—Doctor... ¿es broma?—me levanto de la silla, y este me imita —No puede ser cierto, doctor, usted dijo que podría perder el bebé, no que lo haría.

Paranoico comienzo a balbucear y decir estupideces.

—Se lo qué dije señor, solo había un veinte por ciento de probabilidad a que su bebé sobreviviera.

No puedo entender nada de lo que dice. Me siento mareado y cansado.

Miro a todos lados, intentando buscar una respuesta a mis cuestiones, pero no las hay.

No puedo hablar, no puedo articular palabra alguna.

Solo sé que todo esto es culpa de la vil perra de Andrea. Si ella no hubiese entrado en mi vida, seguramente hubiese estado feliz con mi esposa e hijo.

Seguramente.

[...]

—Es mentira, Clark, dime que es mentira.

Observo con pena a mi suegra, quien llora desconsoladamente a mi lado, apoyada en mi hombro.

—No puedo decirle eso suegra, hasta yo quiero creer que no, me encariñé bastante con mi hijo, y por culpa de Andrea todo esto me pasa.

Violence © #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora