Cumpleaños I

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Seijūrō soltó un suspiro, faltaban media  hora para que terminara su cumpleaños y no sabía nada de su novio.

Kōki Furihata no le había llamado, enviado mensaje o algo. 

Había intentado llamarle pero se arrepintió... Posiblemente no se había acordado de su cumpleaños.

-Kōki- murmuró mientras miraba la foto de su novio.

Kōki era un doncel castaño, de tez morena y ojos cafés miel. No era esbelto como otros donceles, tenía su cintura pequeña y  cadera bien  propicionada y piernas de infarto... Obviamente, por el momento, no se lo decía a su novio. Kōki era un doncel muy tímido y cualquier mención de su cuerpo hacia pusiera a distancia, es inseguro de sí mismo.

-Seijūrō -sama.

-Adelante- se sentó y miró a la entrada de su habitación.

-Su novio está aquí.

Aquello hizo que se alarmara, era media noche. Se levantó rápidamente y salió corriendo sin escuchar lo que decía la ama de llaves.

Cuando entro a la sala vio a su madre y se alarmó completamente. Kōki estaba acostado en el sillón, su rostro estaba rojo -¡KŌKI!- se arrodillado a su lado

Kōki Furihata abrió los ojos levemente y miró a su novio -Feliz cumpleaños, Sei...

Shiori se levantó y vio a Hana -. Llama al médico. Es urgente.

-Oh kōki, mira como estás. Me hubieras avísado.

-Yo.. no quería dejar que seijūrō-kun pensara que lo olvide.

-Tonto- le besó la frente, estaba ardiendo en temperatura.

Su madre se puso a su lado y comenzó a ponerle un paño húmedo -. Shintarō-kun ya viene.  No debiste salir de casa así, Kōki-kun.

-Lo siento- murmuró cerrando los ojos.

-No te duermas, cariño- Shiori le dió unos golpes en las mejillas despertandole -. Tus padres sabes que estás aquí.

-No... No le dije. Me escapé de casa... Papá no quería que viniera.

-Y tenia razón en no querer que vinieras. Tienes mucha fiebre - dijo Shiori.

-Le avisaré a Ringo-san que Kōki está aquí- dijo seijūrō preocupado a su madre.

-Avisale. 

Seijūrō se dirigió a su habitación y tomo el teléfono, llamo a la casa de Kōki.

-¿Llego, verdad?

-Si. Acaba de llegar a la casa, Ringo-san.

-Gracias a Dios llegó allá. Cuando ví ya no estaba, le estuve marcado pero dejo el teléfono apagado en la casa. Le dije que no saliera, desde ayer a estado con fiebre.

-Ya veo. No sé preocupe, le cuidaremos. Madre ya llamó al doctor.

-Avisarnos cómo sigue. Tora salió a buscarlo en los alrededores, iré a buscarlo.

-Si. Cualquier cosa le avisaremos.

Seijūrō colgó y escucho la voz de su doctor. Llego a  la sala -¿Cómo sigue, Urahara-san?

-Tiene 39°. Ya le inyecte para bajar la temperatura. Tenemos que llevarlo  a una habitación para que descanse cómodamente.

-Lo llevaré a la mía- cargó al castaño y lo llevo a su habitación. Su madre y urahara lo seguían.

Deposito al castaño en la cama, le quitó los zapatos y el abrigo... Vestía una pijama. Negó. Kōki era terco.

-Debe descansar. Las compresas ayudarán a qué le baje la temperatura.

-Esta bien.

Seijūrō se dirigió al baño y humedecio una toalla, la colocó en su frente y en cuanto se calento volvió a cambiarla.

-Vamos, Urahara-san.  Un té le caerá bien. Sentimos despertarlo- dijo Shiori mientras salían de la habitación.

-No se preocupe. En un rato regreso a ver si ya bajo su temperatura.

Asintió y volvió a cambiar la toalla. Se sentó a un lado del castaño y lo miró, su cara continuaba roja pero ya se notaba que respiraba mucho mejor.

-Eres un tonto, Kōki.





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