Capítulo 25

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Después del desayuno, Benji salió a comprar algunas cosas, dejando a Yuki sola, y examinando una vez más su equipaje de joyas. Esta vez estudió con cuidado su flor de plata y admiró los finos estambres llenos de polen de oro. También volvió a intentar forzarla microscópica cerradura del pequeño relicario, pero, por miedo a romperlo, desistió. Trató de meter un clip, pero era demasiado grueso. Comenzó a revolver los rincones de la casa en busca de un alfiler, husmeando en todos los sitios existentes, incluyendo el guardarropa de Benji. Allí encontró un smoking, una guapa galera, una camiseta de fútbol autografiada por quién sabe, y un sobretodo gris, entre otras prendas; todo cuidadosamente doblado con un extraño sistema para Yuki. Sobre el ropero había unas tres valijas enormes, apiladas una sobre la otra, y sobre éstas, había un frasquito de porcelanato y un cofre mediano de fina. Este último, para la infantil imaginación de ella, se asemejaba bastante al estereotipo de cofre pirata que contiene un gran tesoro. Olvidando que su primer objetivo había sido buscar un alfiler, abrió primero el tarrito blanco, dejando la apertura del cofre como postre a su curiosidad. Se sentó en la cama de Genzo, y colocó suavemente la delicada tapa en ella. En su interior, el tarrito contenía una diversidad de cosas. Una pulsera de hilos trenzados, color rojo y negro entrelazados y con una cuenta redonda, blanca y aplastada con un sencillo pero extraño dibujo; artesanal y muy masculina y bonita, pero hecha para una muñeca mediana, como de niño de once años. Un minúsculo robot de aluminio, tan pequeño que podía ser encerrado y cubierto por completo por la mano de cualquier persona; tenía los ojos pintados de azul, la boca verde y botones rojos, y parecía ser un llavero. Una pluma de pájaro, verde y azul, de colores brillantes y metálicos que variaban con la luz del sol. Un origami indescifrable que tenía algunos ideogramas escritos en él. Un pétalo seco y achicharrado de rosa azul. Un pedazo de lápiz color azul de un tono hermoso, pero demasiado corto para ser usado. Un trocito de papel que tenía una o unas palabras escritas en un idioma extraño, quizá español. Un collar de perro, con una chapita en forma de huellita en la que se leía "John", y tenía una dirección atrás. Una pequeña hebilla de pelo la cual tenía pegada una hermosa bailarina rosa de plástico, lo que sorprendió bastante a Yuki. "¿De dónde habrá sacado esto?" se preguntó. Cuando hubo vaciado el frasquito de su contenido, volvió a guardar todo, y procedió a abrir el cofre, que afortunadamente no necesitaba llave. Allí encontró papeles y nada más, lo cual amainó su curiosidad por el prometedor cofre. Aun así, revisó los papeles uno por uno, aunque no le revelaron nada interesante, excepto los últimos, que eran cartas y algunos dibujos de niños. Las cartas eran más bien, notas escolares, de esas que se pasan por debajo de los bancos con un mensaje para el compañero de al lado, o vuela en un bollito o pañuelo o avioncito cuando se está muy lejos. Todas estaban escritas en una mezcla de kanji y romaji, salvo dos: éstas eran cartas de veras, con fecha, lugar, encabezado, saludo y firma, además de estar escritas completas en kanji. Una, tenía la bonita firma japonesa de Benji; la otra, tenía una caligrafía pequeña y de finos trazos, con dos firmas, ambas muy elegantes: la primera era de menudos caracteres kanji, y estaba debajo de la segunda, la cual parecía ser una caligrafía gótica y francesa. Esta última carta decía así:

<<Queridísimo amigo: 20xx, abril 7, Shizuoka, Japón.

<<Perdóname si no uso las formalidades japonesas para escribir esta carta; pero sabes cómo soy, y no las necesito para escribirte a ti. Tú comprenderás.

<<Supongo que te estarás preguntando qué es ese paquete que vino con la carta; es un disco, el primero de nuestra banda, y, aunque dudo que lleguemos a vender dos, al menos lo logramos, pero sin ti. No obstante, si miras la contratapa, la primera canción que aparece es esa que tú escribiste, y al final hay un videoclip que editamos con Taki en el que estamos todos cantándote esa canción, con Takasugi en tu lugar (porque necesitábamos un tecladista, y yo no podía dejar el bajo ni Taki el sonido), y lo filmamos un poco en tu mansión, un poco en la escuela, un poco en el aeropuerto... ¡Bueno! Ya lo verás cuando pongas el disco. La original está cantada por ti, por supuesto.

El Brillo de Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora