El sonido de la puerta cerrándose desvaneció los pensamientos de Yuki. Había estado tan concentrada en sus pensamientos, que no oyó el sonido del portón eléctrico abriéndose. Inmediatamente, le asaltó la sensación de culpa por leer las cartas de Benji, y comenzó a guardar los papeles de nuevo en el cofre, apresuradamente. Sin querer, rasgó ligeramente algunos de los papeles, lo que la aterró aún más, y, muy nerviosa por los pasos de Genzo, cerró el cofre y lo devolvió a su lugar, pero no alcanzó a hacer lo mismo con el frasco, que entró Benji por la puerta abierta, congelándola en posición de tomar el frasquito de porcelanato.
_¿Qué haces? _la sorpresa se oía claramente en la voz del japonés.
_Yo... yo iba... _balbuceó ella_. Yo estaba buscando un alfiler.
_¿Un alfiler? Pero los alfileres están en una caja, no allí_ y diciendo esto, abrió un cajón de la mesita de luz, y extrxajo una cajita de cartón, para luego extendérsela a Yuki. Ella murmuró un agradecimiento, tomó la cajita, y se escabulló a su habitación. Diez segundos más tarde, se oyó una exclamación.
_¡Esto es imposible! _se volvió a oír la voz.
_¿Qué cosa? _dijo Benji, asomando la cabeza por la puerta de la habitación de huéspedes.
_¡Abrir este relicario! _estalló Yuki_. ¡No tiene caso! No existe cosa alguna que pase por esa atómica cerradura.
_Déjame ver _pidió él_. Oh, ya comprendo. Una de mis sobrinas tenía un relicario de cerradura minúscula como éste. Lo llevaba atado al cuello, y su llavecita, fina y delicada, era un poco larga, y diminuta, pero fácil de hacer girar.
_¿Tienes una sobrina?
_No; tengo tres sobrinas, dos sobrinos y dos hermanos. Sé que uno regresó a Japón para vivir allí, y el otro se quedó en Londres, igual que mis padres.
_¿Quién es el mayor?
_Kentaro, el que vive en Londres, y me lleva siete años. Yukio es el del medio, llevándome cuatro años, y yo soy el menor. Viven tan lejos, que nunca los veo. Lo mismo ocurre con mis padres, por lo cual, me son casi desconocidos cuando los veo, cosa que sólo ocurre cuando es una fecha especial. Y, al igual que verdaderos desconocidos, acaban por no importarme en absoluto.
_¡Genzo!
_Entiendo si me reprochas que eso es malo, y etcétera _la interrumpió él_, pero es la verdad. En toda mi vida, casi no los he visto, a ninguno de los cuatro, salvo cuando era muy pequeño, cinco u ocho años. Exceptuando esa etapa, y los años anteriores, fui criado por mi entrenador, prácticamente. Me encomendaron al señor Mikami Tatsuo para que me enseñara a ser un portero, y acabó haciendo las veces de mi padre, junto con las criadas de mi casa. Mis padres son ricos en Japón, por lo que vivíamos en una mansión, e incluso me consiguieron un cachorrito blanco, al que nombré John. También podían darse el lujo de tener criadas y mucamas, amas de casa que limpiaban o cocinaban. Algunas tenían un horario de trabajo, y otras vivían allí. Había una sola extranjera, mi favorita, quien ocupaba el lugar de mi madre cuando ésta no estaba en casa. Era la única que me llamaba "Gen", igual que su hija, que estudiaba conmigo en la escuela privada Shutetsu. El resto de las mucamas me llamaban "señorito". La mujer extranjera tenía su nombre en su idioma natal, Vittoria, Pero nosotros la llamábamos Nike, que era más fácil de pronunciar para un japonés, que su nombre italiano. Nike me contaba cuentos, o mientras lavaba platos me relataba anécdotas, y siempre me hacía reír, con sus alegres costumbres italianas. Ella vivía a dos calles de la escuela Shutetsu, junto a su marido, y sus dos hijos: un varón pequeño, del que sólo sé el nombre adaptado a japonés, Kin, y una niña, que era amiga mía. Su nombre natal era Tessa. Sólo yo la llamaba de ese modo; nadie (salvo su familia, claro) conocía su nombre italiano. Tessa me contaba cuentos más fantásticos que los de Nike; porque los cuentos de Nike eran fábulas folclóricas de su país, mientas que Tessa inventaba sus leyendas. En su frondosa imaginación, fabricaba un origen para todas las cosas, y yo bebía sus relatos como un sediento. En realidad, conocí primero a Tessa antes que a Nike. Era mi primer día de clase en la escuela primaria. Tenía sueño, era temprano por la mañana. Como no conocía a nadie, me senté en el fondo del transporte escolar, solo. E balanceo suave me adormiló más aún. Cuando el conductor nos anunció que habíamos llegado al Shutetsu, bajé del bus como un zombie, sólo por la inercia que me obligaba. Había algunos autos estacionados; me quedé dormido unos segundos junto a uno de ellos, mientras los demás cruzaban la calle por la senda peatonal. Para el momento en que desperté nuevamente, el resto de los chicos estaban ya acabando de entrar al colegio. Crucé sin mirar, por lo que un auto casi me arrolla. Así hubiera sido si los reflejos de Tessa hubiesen tardado un segundo más, pero en el momento preciso, ella se arrojó sobre mí, tirándome literalmente a la vereda que había yo abandonado. El conductor del auto había dado un frenazo que acabó llamando la atención de todos, mientras yo estaba acostado sobre el pasto de la vereda, con el cuerpo tembloroso de Tessa sobre mí. Si ella no me hubiera levantado pronto, yo habría seguido acostado allí como un inútil. Había pasado todo tan rápido, que a mi pequeña cabeza le costaba entender. Me tendió una mano que vibraba suavemente, ayudándome a sentar en el cordón de la vereda. cuando me preguntó si me encontraba bien, vi sus ojitos europeos brillando de rocío, sus labios temblando, y su uniforme manchado de tierra y pasto. Lo recuerdo como si estuviera allí otra vez, viendo desde abajo a la pequeña heroína que, sin conocerme, había arriesgado su integridad física por mí. Alguien había llamado a la directora, y en cinco segundos, mientas intentaba ordenar las ideas de mi cabeza, nos vimos rodeados por el conductor, la directora, algunos maestros, y algunos chicos. La señora directora, luego de ver que no teníamos más lesiones que algunos raspones insignificantes, me regañó cariñosamente, felicitó a Tessa, y nos llevó a la escuela. Luego de la ceremonia de apertura anual, nos enviaron a las aulas, y yo me senté junto a Tessa. Cada alumno se presentó, y así comenzó mi amistad con ella y otros compañeros más, algunos de los cuales acabaron formando parte del equipo de fútbol, del cual yo era capitán. Tessa jugaba con nosotros a veces, y no lo hacía nada mal, pero ella quería ser portera. Prometí ayudarla, a cambio de que me ayude en las tareas de la escuela, y me enseñe su tiro especial. No era un tiro muy difícil; su padre se lo había enseñado a ella y a Kin, llamándolo Tiro del Viento. Era como si Tessa adquiriese de un momento a otro una fuerza sobrehumana en esas pequeñas piernas, y el balón se hundía instantáneamente en la red, con un silbido y una ráfaga como estela _Benji paró un momento su pausado relato, y sonrió_. Hace mucho tiempo que no la veo. Recuerdo que, antes de venir a Alemania, ella quería conseguir un lugar donde entrenar, pero no aceptaban mujeres en ningún equipo, ni había equipos femeninos. Entonces, en una de nuestras últimas conversaciones, le pedí que no se rindiera, y que cumpliera su sueño, así como yo cumpliría el mío. Ella no sabía que me marchaba, por lo que quizá no me entendió en ese momento. No me despedí de ella. Sabía que no soportaría ver su carita extranjera cubierta de lágrimas. Pero ella sí fue al aeropuerto a despedirse de mí, junto con mis otros amigos; y verla empequeñecer desde la ventanilla me hizo añicos el alma. Ahora, debe de tener mis veintitrés años, y no creo que haya podido cumplir su sueño de ser profesional todavía; creo que me habría enterado si así hubiera sido _Un silencio vacío llenó la casa nuevamente; Yuki comprendió que estaba acabando el relato_. Tessa... me había contado una vez que hacer una obra, buena o mala, era como tirar una ficha de dominó sobre otra, y que eso desataba una acción de cadena realmente imparable. Pues, bien, en ese momento, yo lo creía, y ahora más que nunca. Me dijo que, en Italia, cuando ella tenía cuatro o cinco años, un niño la salvó de las vías de un tren. Ella, en consecuencia, me rescató a mí de aquel auto. Y yo, que me preguntaba a quién iba a poder rescatar, te salvé de la hipotermia, y creo en que el dominó seguirá contigo.
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El Brillo de Tus Ojos
FanfictionFan-fic de Captain Tsubasa (o Súper Campeones) que relata el encuentro entre Benji Price (o Genzo Wakabayashi) con una chica con amnesia (es decir, "Pérdida total o parcial de la memoria que impide recordar o identificar experiencias o situaciones p...