Fuimos a casa de los Cabello.
Rosalía no dijo ninguna palabra, y la entiendo, entiendo su frustración contra su padre, esto no debe ser para nada agradable.—¿Qué pasó realmente?— rompí silencio en el auto.
—Encontré unos mensajes de papá de una chica llamada Camila, dónde le confirmó que su madre había muerto— su voz sonaba entrecortada. —Que esperaba qué él fuera a verla, puesto que ahora estaba sola, que le perdonaba el haber faltado a su graduación de la universidad, pero que realmente lo necesitaba— Rosalía rompió el llanto y yo solo la escuchaba atentamente. No sabía si lloraba por la situación de tener una hermana o por la trágica historia de está, la pobre se había quedado sin nada. Más un supuesto padre que había faltado a su graduación de universidad.
¿Que padre hace eso? Exacto, solo Alejandro Cabello, quien ha fingido hasta entonces tener una vida perfecta con su pequeña Rosalía y Sinu, una señora muy refinada con valores y principios muy bien establecidos, no solo con ella si no con su pequeña familia.
No sé cómo te tomas la idea de tener una hermana perdida y encima producto de una infidelidad de tu padre, a quien has visto por el resto de tu vida como un super héroe.—Amor... No tienes que hacer esto...— con el auto estacionado frente a la mansión de los Cabello, murmuré.
Ella estaba mal y al enfrentar a su padre sabía que saldría mal de cierto modo. Ya sea ella o mi suegro.
—Tengo qué...— se limpió la lágrimas de sus mejillas y salió del auto decidida y yo tras ella.
—Alejandro...— dijo una vez estando adentro.
—Rosy, cariño tranquilízate...— Estaba parado en la cima de las escaleras. No tengo idea como es que estaba ahí y no me percaté de su presencia.
—Ve al grano, no estaré por mucho tiempo—.
—Pensaba decirte, no quería que te enterarás así—.
—Ve al grano, por favor...— De nuevo estaba llorando.
Alejandro bajó las largas escaleras y se sentó en el sofá, invitándonos a escuchar.
—Tiene 22 años, recién graduada de la universidad...—
—Eso ya lo sé... — interrumpió mi morena. —22 años... 8 años más joven que yo...—.
—Así es, está en México para ser exactos en Monterrey, acaba de graduarse de la UANL en la facultad de ciencias de la comunicación... Le he dado el estudio—.
—Es lo menos que puedes hacer, la pobre está sola totalmente...— replicó con despecho pero a la vez mi Rosalía es justa al decir esas palabras. Ella le duele la traición que le hizo a su madre pero sin embargo no culpa a la chica, ya que es la menos culpable.
—Su mamá es cubana, y la pequeña Camila también. Después la trasladé a CDMX y finalmente a Monterrey. No quería que sospecharan nada, ni tu mamá ni tú. Por eso también nos hemos mudado de vez en cuando. Mis viajes de negocios siempre fueron reales, en una fiesta con mis compañeros uno de ellos me presentó a Carmela. No te voy a negar que era demasiado guapa era la asistente personal de Michael. Pasado de copas no supe de mí, desperté en la cama del cuarto del Hotel dónde me hospedaba y Carmela a mi lado. Me disculpé por lo ocurrido, le dije que era casado que tenía una niña y que no estaba bien, ella respondió con un "Está bien, no pasó nada". Continué con mi trabajo y después de una semana regresé a Miami con ustedes. Me sentía muy mal por lo ocurrido y no quise decir ninguna palabra, más que recompensarles con premios. Al cabo de unos meses Carmela me contactó diciendo que estaba embarazada. Me negué rotundamente a ser el padre. Viaje de nuevo para verla y efectivamente, estaba embarazada me asusté no sabía que hacer, le di un poco de dinero y regresé a mi hogar, no me contactó más— Alejandro había comenzado a llorar, lo cual me sorprendía sabiendo que era muy fuerte. —Ella volvió a llamar después de unos meses, anunciando que había sido niña y que debía ir a conocerla, volví hasta donde ella la ví y era muy similar a ti, piel morena, castaña y unos preciosos que enamoraban, la tomé en mis brazos y le di un beso en la mejilla "Camila", susurré—.
—Ahora entiendo todos esos viajes de negocios que hacías frecuentemente, era por Camila—.
—En parte. Dudando de ser el padre de la niña, me hice algunas pruebas de ADN dónde efectivamente comprobaban la paternidad total con la menor, intenté estar pendiente de ella sin tener ningún tipo de relación con Carmela, ella lo aceptaba. Cuando Camila creció le dijimos que su madre y yo estuvimos casados, que no funcionó como lo esperábamos pero que tenía que tener en cuenta quienes eran sus padres a pesar de las circunstancias. Camila fue criada totalmente de buena manera, con principios y valores, ella no sabe de tí. Será las más afectada ahora que se entere estando muy reciente la muerte de Carmela—.
—¿Por qué faltaste a su graduación?—.
—Se me complicó, era tu cumpleaños y yo nunca he faltado a tu cumpleaños ni al de ella... He tratado de ser un padre ejemplar a pesar de mis errores...—
—Me siento muy egoísta— se lanzó a abrazar los brazos de su padre, sin decir más.
—Eres el mejor papá, sé lo difícil que debió ser atendernos a ambas para que nada nos faltará... Todos tenemos errores y tú supiste remediarlo.
—Sinu lo sabe, cariño. No pude seguir tragando mi traición—.
—¿Cómo lo tomó mamá?—.
—Mal, pero agradeció que le haya dicho. Aunque no llevamos una relación como tal, ambos nos llevamos bien y eso es bueno.
—¿puedo conocer a Camila?—.
Enseguida papá saco su iPhone para mostrarnos algunas fotos de la dichosa Camila Cabello.
—Esta selfie está un poco reciente—.—No se parece tanto a mi, o sea sí, está morena y tiene el cabello muy similar al mío, pero no somos tan parecidas.
—No son gemelas, amor— hice un chiste y ambos sonrieron. Las lágrimas habían terminado y ahora padre e hija, habían solucionado los problemas.
Camila era muy linda, no podía negarlo.
Tal vez por qué yo si le encuentro un parecido a Rosalía y ella es la mujer de mi vida.
Ahora emprederiamos un viaje en busca de Camila.
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This Love (Camren)
Teen FictionRosalía Cabello es una guapa mujer proveniente de una de las familias latinas más ricas y poderosas de USA casada con la hermosa periodista Lauren Jauregui. Recién casadas, enamoradas, felices y exitosas. Viviendo el sueño. Todo era perfecto hasta...