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Tengo diez llamadas perdidas de Abigail, cinco de Logan y cuatro de Patrick. Mi teléfono vibra en mi mano y se trata de una nueva llamada, es Raúl. Aprieto el botón de bloqueo para colgar la llamada y coloco mi móvil en modo avión.

Verifico la hora y son diez para las once, aun tengo tiempo para llegar a mi destino y en la hora acordada. Me desvío de la aplicación que me dio la hora para irme a la que me está dando las indicaciones para llegar a mi destino.

Solo una cuadra más y llego.

Durante el día estuve pensando si era lo correcto ir o no, estuve en una disputa bien reñida, pero me tendrás donde me quieres Alexander, no por darte el gusto de hacerte pensar que aun me tienes en tus manos, sino para terminar esto de una vez por todas.

Hay razones para poder quedar en buenos términos con él. Una de ellas es porque es muy cercano a mi hermano y a unos de sus amigos que actualmente está saliendo conmigo, Patrick. Otra de ellas es por respeto a Verónica, pese que Abigail me ha dicho que no debería por lo hipócrita y arpía que es; no puedo decir lo mismo de una seguidora de mis historias y una de las que más apoyo he recibido.

El tono de llamada me saca de mis pensamientos cuando resuena en medio de la calle y lo dejo que suene hasta que cuelgan. De seguro debe de ser uno de los que ya me han estado llamando, y no responderé, no es asunto de ellos si desaparezco sin decir nada, tengo edad para caminar sola en medio de la noche.

Me pongo frente a la puerta del lugar y río al ver el nombre que se encuentra en el letrero. Hay una gran fila de personas esperando su turno para poder pasar. Me pongo detrás de la última persona y saco mi teléfono para ver si Alex por lo menos me ha dejado plantada y me ha escrito.

1 Llamada perdida de Alex.

Quito todas las notificaciones y le marco.

Timbra, timbra, timbra y entra la casilla de voz. Un segundo intento, si no contesta, haré como si nunca llegué aquí e inmediatamente devolveré todas las llamadas perdidas, inventando una excusa del porqué no he contestado. Vuelvo a marcar y da la primera timbrada, y la siguiente, me manda directamente al buzón de voz. No habrá una tercera vez, ni de chiste.

Me quito de la fila y maldigo al aire. No puedo esta noche con la preocupación que los demás debe estar teniendo por esta estupidez, que al final ni se dio. Envío un mensaje a Patrick, diciéndole que me quedé dormida. Continúo con Logan y escribo que me fui a una gasolinera por comida, y termino con Abigail apretando cinco veces el botón de bloqueo para enviarle mi ubicación junto a un breve mensaje.

<<No digas nada, estoy bien>>.

Ya está hecho, todos pueden estar tranquilos de que no estoy muerta y descansar, mientras una anda tirada fuera en un lugar que tiene pinta de un cabaret por el nombre que lleva.

—Un nombre perfecto para un prostíbulo, ¿verdad? —escucho decir detrás de mí. 

Volteo sabiendo de quién se trata.

—Pero miren a quién tenemos por acá.

—Claramente que al amor de tu vida —me guiña un ojo.

Quisiera saber de dónde saca tanta coquetería este hombre, porque el que yo conocí meses atrás, desapareció. Alex solía ser un poco más tranquilo con las palabras que salían de su boca, tenía la combinación de tímido con tierno, mezcla que me consumió por completo.

—¿Así? —lo miro de pie a cabeza—. No lo reconocí por la lengua suelta que llevas.

—La gente cambia —afirma Alex, levantando sus hombros.

FuisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora