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14 de setiembre, 2017.

—¿Dejarlo? —arrugo la nariz—. No sabes cuántas veces esto me ha salvado —me apunto a mí misma.

—Hija, no. El alcohol no es la respuesta —dice mi mamá mientras se aproxima.

Me duelen los ojos y trato de no cerrarlos, pero el cansancio me gana.

—¡No me toques! — digo apoyándome en una pared.

Percibo sus brazos en sus hombros.

—¡Sofía, soy tu madre!

Quisiera responder, pero es sería en vano, mi cuerpo no reacciona. Lo único que quiero es concentrarme para poder controlar este giro interminable que hay dentro de mi cabeza.

—¡Aléjate! —grito.

Escucho los ladridos de los perros, y me tapo los oídos. Esta insoportable sensación me está matando. Me pego a la pared y me siento en el suelo. Mi madre no decir lo irresponsable que soy, lo inmadura que estoy actuando ahora. No me interesa lo que me está diciendo, lo único que quiero es dormir, y no tengo problema en hacerlo en medio de la calle.

—¡Párate! —dice entre dientes

Siento que ya no está cerca de mí y conociéndola, debe estar a unos pasos de mí, mirando a los alrededores, con los brazos cruzados y esperando que nadie se haya percatado del escándalo para no verse más avergonzada de lo que ya está.

No le hago caso y cuando los canes dejan de ladrar, quito mis manos de mis orejas. ¿Cómo carajos conseguí llegar hasta acá, si ahora no puedo ni siquiera puedo abrir los ojos?

Con los ojos aun cerrados, respiro profundamente como unas cincos veces hasta que consigo oxigeno suficiente para poder abrirlos. Arrimo mi mano para poder levantarme y en cuestión de segundos estoy parada con los ojos entornados.

Se me escapa una sonrisa cuando veo a mi madre en medio de la pista, tal como lo predije.

—¿Tanto te interesa tu hija? —le pregunto.

Ella se gira y se mofa.

—¿Hablas en serio, Sofia? —Mi madre mira a un lado y se arregla la bata de dormir—. ¿Es que acaso no te ves? Pareces cualquier cosa menos mi hija.

—Entonces, que todos se enteren quién soy —digo mientras planto bien mis pies para poder ir hacia ella.

Mi madre avanza rápidamente a mí cuando me ve lo decidida que estoy.

—¡No, aquí no! Lo hablaremos en la casa.

Aparto mi mirada para dirigirla hacia la casa que se encuentra al otro lado de la calle y a la que mi madre llama hogar, pero yo lo dejé de ver así desde el día en que decidí ya no formar más parte de sus manipulaciones.

—Tú casa dirás, porque la mía nunca lo fue.

No sé qué espero en irme de una puta vez. Es tiempo, se acabó. Ni un día más en la falsa vida que mi madre me creó, como la hija perfecta, que no hace más que hacerle caso a su madre dictadora. Entiendo que una madre quiera protegerle, dar lo mejor para su hijo, pero ella no es así, nunca lo fue, solo quiso lo mejor para ella.

—Y ya llegó la hora que te des cuenta —es lo último que digo mirándole a los ojos, y camino hacia la casa.

El efecto del alcohol que tenía en mí había descendido por el consumo de la cólera. Ya no tengo nada que hacer en esa casa, peor aun si la quien la habita es alguien que hizo lo que se le diera la gana conmigo durante muchos años.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2020 ⏰

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