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7 de setiembre, 2017.

Suelto un pequeño grito al ver que tengo más de cinco dedos en mi mano, y trato de mentalizar mi mente, que no es real, claro que solamente tengo cinco. Me digo mentalmente que soy inmune al alcohol, que estoy bien y que podré llegar a casa sana y con todas las partes de mi cuerpo.

Alex llega con dos vasos y las pone en la mesa. Coge una y pongo mi mano frente al vaso que me quiere entregar y él arquea sus cejas.

—No me vas a rechazar, ¿verdad?

Sus ojos están inyectados de sangre, y si seguimos así, uno de los dos se sobrepasará de tragos y no sé lo que pasará. Aunque podría ser divertido que alcancemos esa altura, pues nunca antes nos hemos emborrachado juntos, era él o yo quien caía en manos del alcohol. Y creo que esta es la oportunidad de averiguar qué es lo que saldría de nosotros estando en estado de ebriedad. Probémoslo.

—Dame eso —le arrebato el vaso e ingiero el liquido.

Siento como el alcohol raspa mi garganta, y hago una mueca que Alex se echa a reír.

—Esa es mi chica —me da unas suaves palmadas en la espalda y se sienta.

Alex juega con su vaso antes de beberla y me lo ofrece.

—Sé lo que haces, y no va a funcionar, Sanguinetti —apunto su vaso—. Tómalo.

—Ya, mi capitán.

Agarro mi vaso y la estiro, haciendo que Alex choque el suyo.

Bebe tan rápido que en un solo parpadeo que doy se lo termina. Este hombre me sorprende más, mucho más de lo que podría imaginarse.

—¿Otra? —pregunto.

Alex se queda sorprendido a mi pregunta, y achina sus ojos. ¿Sabrá lo que pretendo hacer?

—Las que usted desee —Me guiña el ojo, se levanta y mueve su hermoso trasero hacia el bar.

Esperen, no. Alex no debería de ir por otro trago, debió de cortarla con el último que nos hemos tomado. Pensé que al preguntarle que si quería otra ronda más, me respondería lo contrario, no un <<lo que usted desee>>.

Lo observo mientras espera nuestras próximas bebidas, cuando él gira hacia mí y nuestras miradas chocan. Alex sonríe de oreja a oreja y me quedo embobada ante su gesto. No puedo quitar mi mirada, y veo cómo se acerca, sin que él tampoco arrebate sus ojos de mí.

—Sé lo que estás haciendo —me dice, dejando las bebidas en la mesa.

Me atrapó.

—¿De qué hablas? —enarco mis cejas.

Me hago la desentendida y tomo el vaso más cercano.

—Bébetelo en un solo trago. —Toma el suyo y le da un sorbo—. Quiero asegurarme que no me quieres emborracharme para hacer tus fechorías —Alex cruza sus brazos.

—¿Hablas en serio? —Agarro mi vaso y me tomo completamente el trago.

Alex se queda con la boca abierta, mientras que bebo mi trago. Esta vez el dolor del alcohol no es tan doloroso a comparación de la primera que me zarpé hace unas horas.

—Tu turno —le digo, acercándole su vaso—. Tienes que tomártelo todito en un solo trago.

—Pan comido —dice Alex. Toma su vaso, lo levanta y lo sostiene en el aire. Es claro que hará un brindis—. Brindo por... —Levanta su mirada en gesto que está pensando y la baja directamente a mis ojos—. Nosotros.

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