Hola otra vez Pte. 2 [024 ]

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—¡Sean todos bienvenidos, apreciados bastardos!

La chillona y dulce voz de la chica parada frente al escenario resuena por las bocinas, soltando aquella cálida bienvenida con entusiasmo, recibiendo pequeñas risillas como respuesta por parte del público. Su cuello se encuentra vendado, al igual que sus muñecas y tobillos, adornados por una pulsera de cadenas con dos cascabeles plateados que bailaban y tintineaban a cada movimiento que hacía con sus pies descalzos. Parecía una muñequita de porcelana descuidada, y esa era una de las cosas que la hacían tan atrayente. Con su cabello corto y despeinado, atado con dos coletitas mal hechas adornadas por un par de lazos negros al igual que su pequeño y pomposo vestido negro con lazos entrecruzados en los laterales de su cintura y espalda. Era hermosa, incluso esa palabra se quedaba corta para describir la belleza que derrochaba.

—Antes de comenzar con la actuación de la noche de hoy, necesito un voluntario del público —dice cuando camina hacia el frente, acercándose un poco a las butacas—. Vamos a jugar un poco para calentar las cosas.

De un segundo a otro, las luces de la sala se apagan de golpe, dejando todo en penumbras, ocasionando que el ambiente se pusiera tenso. Un par de luces de color azul y verde comienzan a iluminar el escenario por lapsos pequeños, siendo acompañadas por una ligera melodía que me había puesto los nervios a flor de piel. Se sentía como si en cualquier momento las luces se encenderían y un psicópata con máscara aparecería detrás listo para apuñalarte.

De los laterales del escenario un tumulto de botargas de animales de felpa desgastados y mal fabricados salen caminando sincronizadamente entre las vías de tren que estaban montadas sobre el piso de madera, dejando en su recorrido manchas de huellas junto a una sustancia de color desconocido gracias a que las luces no me permitían identificar con exactitud de qué se trataba.

—¿No?, ¿nadie? —habla la misma chica viendo al público con cierto recelo—. Bien, en ese caso, nuestros amiguitos nos ayudarán a escoger a dos personas al azar.

La pelinegra se lleva una mano a los ojos, cubriéndose los mismos para luego extender un brazo al frente y comenzar a girar sobre su propio eje, provocando que los cascabeles de sus tobillos tintinearan. Ella deja de girar, parando en seco, apuntando a un hombre de entre los taburetes con el antifaz de un zorro, ocasionando que todos los presentes se volvieran a él.

—¡Tú! —le llama la chiquilla, esbozando una sonrisa de oreja a oreja—. Sube aquí.
—Una disculpa, señorita, pero no puedo acompañarle mientras mi Señora no me lo permita.

La voz del zorrito sonaba nerviosa y le costaba un poco formular las palabras. No obstante, permanecía firme y le daba la cara a la pequeña de ojos gatunos.

—¡Pasa al frente y obedece, Julie! No me avergüences, ¿en dónde están tus modales?

Desde los balcones, una mujer de largo cabello ondulado y castaño reprende al muchacho, abanicandose parsimoniosamente con un abanico de plumas. Lucía como toda una emperatriz, portando un velo traslúcido rosa claro junto a una tiara de oro trenzada y ornamentos hechos del mismo material con la forma de flores y hojas de árboles. No me imaginaba la belleza que habría detrás de su máscara dorada.

—Como ordene, mi Señora.

El zorrito se levanta del asiento, dedicándole una mirada a la mujer de arriba antes de inclinarse en señal de respeto y subir de un salto al escenario.

—Hmm... Honey —susurro cerca del oído de Hwa In, quien me dedica una mirada rápida antes de regresar su vista al frente.
—¿Sí?
—¿Podría hacerte una pregunta?
—Ya la estás haciendo, bonita -dice sonriéndome detrás del antifaz.
—¿Por qué las personas que están en los balcones tienen escoltas, usan mascaras que cubren sus rostros en su totalidad y sus ropas son de alta costura? —echo un vistazo a mi alrededor, como si lo que estuviera preguntando fuera un tabú—. Mientras que los que se encuentran en las butacas de abajo solo llevan antifaces y sus vestimentas son más... simples —digo haciendo una pausa al no encontrar la palabra adecuada para describirles.
—¡Hala, pero sí te has dado cuenta! —exclama la rubia, girándose en mi dirección.
—¿Qué hay con ello? —insisto.

🎀 Sabor Porcelana // J e o n g g u k 🎀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora