Querida Hye [ 006 ]

2.1K 195 113
                                    

Paso mis mano por la suave tela de la sábana, sintiendo como la seda resbala por las puntas de mis dedos, deleitándome con la extraordinaria sensación que eso me provocaba. Llevaba un buen rato jugueteando con el borde de la cama sin pronunciar ninguna palabra, al igual que él. Observo como mece sus pies descalzos de adelante hacia atrás ya que la cama es bastante alta y no puede tocar el suelo ni con la punta de sus deditos. Adorable.

—Sabes —el chico de cabellos rosas habla por lo bajo, aun observando sus pies embelesado—, casi no tengo muñecas vivas con las cuales jugar y eso me pone triste —levanta su cabeza y la gira para mirarme, le sostengo la mirada llena de tristeza falsa sin decir una palabra— ¿Quieres jugar conmigo?, te mostrare un lugar que jamás le he enseñado a nadie. Será nuestro secreto y sobre todo, Jungkook no debe saberlo.

Su sonrisa juguetona y llena de emoción me llamaba, ¿qué seria ese lugar?, no salía a muchas partes de esta mansión a excepción de la cocina, el gran salón fuera de mi habitación, el lugar donde Jungkook me entrenaba y por supuesto, mi preciada habitación, lo mismo de siempre, aburrido y solitario. Se sentía tan opaco y gris, hay un vacío en mi y no se llena, ¿por qué?, ¿no se supone que las muñecas no sienten?, ¿será que no lo estoy haciendo bien?

—¿Entonces, Marie? —la voz melosa y agradable de ese chico me hace levantar la cabeza y mirarlo, sacándome de mi propio mundo.
—¿Marie? —digo en forma de pregunta, frunciendo un poco el ceño.
—¡Cielos!, puedes mover tu rostro y hablar —grita sorprendido tomando mi muñeca—. Por un momento pensé que eras muda.
—¿Por qué habría de serlo?
—Porque no me dices nada, solo me miras sin expresión. Eso da mucho miedo, parece como si estuvieras muerta —comenta, acomodándose en la cama cruzando sus fornidas piernas—, y me encanta —su sonrisa se ensancha y sus bonitos ojos casi inexistentes brillan con emoción, tanta que parecía un niño pequeño y a pesar de que sabía que el brillo que desprendían no significaba nada bueno me atraía.

Él me jala de la muñeca dando un salto para bajar de la cama alta y me arrastra hasta un mueble blanco de flores pintadas con varios cajones, él saca un pañuelo bastante grande color blanco de uno de ellos. Se acerca a mi y yo doy unos cuantos pasos hacia atrás. Demasiado cerca.

—Debes ponértelo, sino no podrás venir conmigo —aclara acercándose de nuevo y esta vez no me muevo. Lleva sus manos a mi rostro y cubre mis ojos con el pañuelo, bloqueando mi vista por completo. Acerco mis manos a la tela tentando ésta y él al instante aleja mis manos de ella—. No, Marie. No puedes ver a donde vamos, te la quitare cuando estemos dentro del lugar.

Sus manos frías y pequeñas vuelven a enredarse en mi muñeca cuando comienza a caminar, diciendo un animado: "esto será muy divertido". Lo sigo, tentando el piso por el que voy caminando, confiando en el chico, escucho como abre una puerta y me pregunto cual será, ya que dentro de la habitación habían varias puertas cerradas. El eco de mis tacones se escuchan por todo el lugar y me pregunto en dónde estaremos.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunto segundos después.
—¿Mi nombre?, puedes decirme Mochi —me dice cuando damos vuelta en lo que yo supongo que es un pasillo—. Me gusta tu voz, nunca puedo escuchar las voces de mis muñecas porque no están vivas, pero la tuya es bellísima —el sonido de una puerta abriéndose se hace presente y nos detenemos luego de entrar, escuchando como ésta se cierra de un portazo momentos después—. ¡Hemos llegado!, puedes quitarte la venda de los ojos.

Hago lo que me dice y me quito la venda con cuidado, sacandomela por arriba de la cabeza, parpadeo un par de veces mirando al piso, tratando de acostumbrar a mis ojos a la intensa luz del cuarto. Levanto la cabeza lentamente y abro los ojos de forma desmesurada al ver lo que tengo en frente: una mesa rectangular se encuentra a varios metros al fondo del largo y angosto pasillo, en ella se encuentran sentadas muchas muñecas de tamaño real con vestidos pomposos de colores pastel, todas bien maquilladas y peinadas, lucían hermosas, incluso parecía irreal; había un candelabro colgando en el techo y las paredes de los costados eran espejos, así como en los lugares en donde las modistas arreglan la ropa; el piso es de mármol blanco y en el se encuentra extendida una linda alfombra color roja con detalles en dorado.
Vuelvo mi vista al chico con cabellos rosas y en su rostro está dibujada una sonrisa bastante extraña, sus pupilas estaban dilatadas y respiraba de una manera agitada.

🎀 Sabor Porcelana // J e o n g g u k 🎀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora