Saturno

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Maratón 5/5

EIDEN

Observé la oficina que se teñía de blanco dando al lugar un aspecto enfermo; la gente suele asociar ese color con limpieza o pureza pero para mí sólo genera náuseas. Durante toda la sesión traté de centrar mi atención en los cuadros tras la mujer de bata blanca y estar pendiente al reloj; todo lo que me hiciera no pensar en sus palabras.

— Eiden; aquí están tus pastillas...ya sabes, debes tomarlas o tendrás una recaída— habló aquella mujer. Yo asentí sin decir más, no tenía tiempo para charlar, no me importaba en lo absoluto.

— Entiendo, lo haré— asentí dándole un poco por su lado. Miré el reloj en mi muñeca, hoy es la competencia de Rennan y le prometí estar ahí, obviamente no contaba que tenía cita con la estúpida señora de bata blanca.

— ¿Cómo has estado estos días? Tu mamá me contó que tuviste un percance con Paulina— al escucharla miré hacia la puerta que se encontraba entre abierta desde la cual podía ver a la antes nombrada. Fruncí el ceño.

— No fue nada— me encogí de hombros.

—Tú hermanita afortunadamente está bien. Pero por algo son las pastillas, debes tomarlas para que no le hagas daño— sonrió amable proporcionándome el bote blanco. Giré los ojos y tome las susodichas.

—Le dije que no fue nada— me quejé

— ¿Hacer llorar a tu hermana menor y dejarle marcas en los brazos es nada? Ya te dije; debes llevar un correcto seguimiento del medicamento para que no te pase Eiden— solté un suspiro; regresé la vista a mamá la cual tenía a Paulina en las piernas, en los brazos de mi hermana se notaban moretones.

— Bien...— bajé la mirada a mis manos. Tragué duro tratando de no pensar en lo sucedido.

— Dime; ¿Ha pasado algo estos últimos días? ¿Algo que te haga tener pensamientos buenos? — sus palabras me hicieron regresar al Viernes en la madrugada cuando aún permanecía en aquel lugar junto a Rennan y los chicos.

— ¿Te gustó todo eso no? — habló Reno una vez estuvimos afuera; mi pequeña mano seguía entre la suya y eso me gustaba. Yo seguía demasiado animado al haber participado en aquel baile junto a él, me sentía libre.

— Fue totalmente increíble — suspiré. Él me hizo dar una vuelta en mi lugar; Rennan tenía unas copas encima así que su humor era demasiado alegre y no titubeaba para hacer o decir las cosas. Eso me gustaba también.

—Me gustó estar ahí contigo. Además te queda divina la corona— se posicionó frente a mí para acomodar el accesorio en mi cabeza— Y los colores te lucen bien...

Observé el abrigo de tiras de colores que poseía; me gustaba estar así. Rennan tenía razón cuando decía que toda la gente de ahí tiene vida y te contagia de su brillo porque en definitiva eso hicieron conmigo hoy.

— Eres un rey —sonrió bobamente; eso me hizo sonreír a mí. Negué lentamente y llevé mis manos hasta su cabello para despojarlo de su auténtico gorro rojo y así cederle mi accesorio. Yo me coloqué la prenda roja y dejé sobre su cabeza la corona.

—Tú lo eres Reno — me permití dejar mis brazos alrededor de su cuello. Quizá el alcohol en mi sistema me ayudaba a expresarme. Sentí sus manos pasar a mi cintura para acercarme a él, yo estaba disfrutando demasiado estos acercamientos.

— Pero no somos simples reyes de un país; lo somos de todo un mundo — sonrió uniendo su frente a la mía. Asentí lento al escucharlo — Fuck you Reina Isabel...

El planeta de EidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora