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RENNAN

Todo a mí alrededor había tomado una pausa, las palabras de la señora Price seguían girando una y otra vez en mi cabeza dispuestas a ir en mis recuerdos mas lejanos para así darme una respuesta lógica a las cuestiones que se alojaban en mi cerebro desde la desaparición de Eiden. Cada momento compartido comenzó a llenarme de incertidumbre; todo se reproducía como un filme en mi mente y a pesar de que físicamente me encontraba siendo arrastrado por mi amigo directo al auto, mentalmente volvía a ser un niño viviendo aventuras con aquel pequeño de flacuchas piernas.

Yo no estaba bien; era demasiada información por asimilar y mañana tendría que estar frente a frente con el chico que pone mi vida de cabeza en dos segundos. ¿Estaba entrando en un estado de shock? Probablemente. Perdí la noción del tiempo; me mantuve en el auto con la cabeza pegada a la ventana intentando procesar todo lo que había pasado, porque el dilema de Eiden no parecía ser mi único problema ahora.

Ari se dedicó de llevarme a casa; si bien no tenía un permiso y su manejo no era del todo bueno podía hacerlo con un adulto de copiloto y ese era yo. No hablé o emití ruido en el transcurso; usualmente él se pone paranoico al estar tras un volante pero hoy no sucedió, quizá mi estado era un problema más grande que el conducir.

Sé que mi amigo quería hablar o decir algo para hacerme sentir mejor; a veces me odio internamente por que en cada visita suya yo le lleno con mis problemas y poco podemos disfrutar del tiempo juntos, igual eso no parecía molestarle ahora, su mirada destilaba preocupación absoluta, solo así me animé a hablar para no parecer su cachorrito indefenso.

— Ti-tiene Esqui-esquizofrenia —asintió un poco al escucharme; el tema es delicado así que quizá no quiere decir algo que joda todo— él ti-tiene esquizofrenia de-desde niño y ja-jamás me-me lo dijo, todo este ti-tiempo se trató de e-eso...

— Es algo fuerte; no creo que sea algo fácil para hablar Rennan— susurró; llevó una mano hasta la mía la cual ya intentaba bajar más mi gorro; hago eso cuando estoy por entrar en una crisis.

— N-no puedo creer que Eiden la tenga. ¡Yo-yo lo sabría! —cuando estoy por tener un pequeño ataque paso diferentes fases; la negación siempre es la primera.

— Eras un niño Rennan; ¿Cómo ibas a saber en ese entonces? — tomó mis manos con fuerza para que yo no pudiese hacer el intento nuevamente de cubrirme con el gorro de lana rojo; ante eso solo pude negar una y otra vez.

— ¡Eiden no! Es imaginativo, es creativo, es...él no tiene eso. No puede—continué negando; algo dentro de mí no podía asimilar borrar la vieja imagen que tenía acerca de ese pequeño niño y convertirlo todo en alucinaciones suyas— ¿Por qué se fue?

— No lo sé; y yo no seré quien te dé respuestas. Debes hablarlo con él—sabía que intentaba tranquilizarme, pero no podía, no. Mi interior estaba colapsando ante tal suceso; el imaginar a Eiden en diferentes escenarios o dentro de un psiquiátrico me hacía querer vomitar. Él no merece algo así— Rennan...

— No— aparté mis manos en un movimiento brusco y le miré— Nada pasó. Eiden está bien, jamás hablé con la señora Price. Estoy en Urano, eso es todo lo que importa...

Hablé tranquilamente; tome una bocada de aire y salí del auto. Crucé el vestíbulo de mi casa lo más rápido que pude en un intento de huir de él, escuché los pasos de Ari tras de mí y su voz llamándome pero no podía, todo dentro de mí dolía. Corrí escaleras arriba importándome poco si arrollaba a Rosita en el transcurso, al entrar a mi habitación fui directo hasta el baño y cayendo de rodillas frente al retrete dejé que todo el almuerzo saliese de mi sistema.

Ahí estaba yo; vomitando mis problemas; otra vez.

— Rennan...— golpearon la puerta del baño dos veces.

El planeta de EidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora