Capitulo XI

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Mi vida no era mala, y menos ahora que logré comprar un apartamento donde me reúno con mi pequeña luego de sus clases.

Era soltero, no tenía que darle explicaciones a nadie, era dueño de mi vida, aunque también tenía limites.

Les cuento.

Hace un poco más de cuatro años mandé a la verga el negocio de mi padre, renuncié a ser el grandioso líder de la empresa Dragneel. Y pues gracias a Lucy, quién me dio unos buenos consejos sobre como organizar vida, descubrí que era aquello a lo que quería dedicarme verdaderamente en mi vida, claro que estamos hablando del área laboral.

Y pues gracias a ella yo estoy parado en medio de una casa pegando tiros para detener a un imbécil que repartía drogas en la ciudad. 

- ¡Arriba, está arriba!

- ¡No lo dejen escapar, cubran el frente!

Si, mi vida ahora estaba dividida en dos cosas, mi hija y mi trabajo. En la mañana me iba muy temprano al cuartel central para cumplir con las ordenes de mis superiores, y en la tarde llegaba a casa para dedicarle mis minutos libres a mi pequeña princesa de ya cinco años.

- ¡Policía! ¡Alto ahí! - Apunté justo cuando esos desgraciados pensaban escaparse por la puerta trasera de la casa - ¡Suelten las armas! ¡Que las suelten he dicho!

Los días eran iguales, habían misiones más largas y estresantes que otras, días más cansados, más agitados, o por el contrario, días más cortos y livianos.

- Buen trabajo, Dragneel.

- Gracias, señor.

Mi padre obviamente se enojó con mi decisión, pero no pudo hacer nada para impedir que lleve a cabo mi objetivo.

- ¿Por qué la ambulancia? ¿Alguien salió herido?

- A Gabriel le llegó una bala en el brazo derecho - Gray bajó su arma cuando subimos a los vehículos - Pobre, por lo menos detuvimos a esos bastardos.

- Tres días de busqueda valieron la pena, cortamos la red de comercio más grande de la ciudad.

- ¿Qué harás ahora?

- Quiero tomar un baño.

- ¿No quieres salir un rato con nosotros?

- No, hoy es el cumpleaños de Catalina, me deben estar esperando para partir el pastel.

- Dile que le daré su regalo este fin de semana, se me olvidó por completo.

- Bien.

Una vez el operativo finalizado nos dejaron libres para volver a nuestras vidas personales.

Yo llegué a eso de las siete de la tarde, me hubiera gustado haber estado más antes en casa, pero estaba ocupado.

"Cumpleaños feliz...
te deseamos a ti...
feliz cumpleaños Catalina...
que los cumplas feliz..."

- ¡Pide tu deseo, pequeña!

Llegué justo a tiempo, cuando entré a la sala me encontré con Lucy, Larcade y Catalina en la mesa. Ellos aplaudieron al igual que yo cuando mi niña sopló las velas.

Mi hija al darse cuenta de mi presencia se bajó y corrió a abrazarme con su vestidito de bailarina puesto.

La besé más de lo común en su carita y la miré feliz, ella estaba hermosa, de seguro Lucy le había hecho aquel peinado tan lindo que traía.

- ¿Qué deseo pediste?

- Si te lo digo no se va a cumplir - Sonrió.

- Amor, es hora de partir el pastel - Yo bajé a mi hija al oír a su madre - Vamos, está delicioso, es de vainilla como te gusta.

- Ven, ayúdame papi - Me agarró mi mano para que camine detrás de ella - ¿No es lindo el pastel que me hizo mi mami?

- Es hermoso - Sonreí - Pero vamos a partirlo porque tengo mucha hambre y me muero por dormir contigo en mis brazos.

- ¿Y con mami?

Silencio.

- Catalina, cortemos el pastel - Lucy rio nerviosa, no era lindo mencionar aquello frente a Larcade.

Él le había pedido matrimonio a Lucy hace unos meses, que se fueran a vivir juntos luego de tantos años de relación. Pero Lucy no estaba segura y por el bien de Catalina le dijo que no, que necesitaba tiempo.

- Lucy, creo que es hora de que me vaya - Él como siempre me miró con cara de pocos amigos - Nos vemos mañana, pequeña - Se despidió de mi hija con un abrazo cariñoso - Que sueñes con los angelitos.

- Gracias, padrino.

- Nos vemos - él acarició los mechones de Catalina y le dio un beso corto a Lucy.

Pasó por mi lado y nos fulminamos con la mirada unos segundos antes de que salga de mi casa.

- ¿Cómo está, nena?

- Delicioso.

- ¿Por qué no le dices a tu papá que se siente con nosotras?

- ¡Papi! - Salí de mis pensamientos y dirigí mi vista a mi hija - ven, come con nosotras.

- Claro - Me senté en la mesa y Lucy me dio un trozo de pastel - ¡Que delicia! - grité cuando lo probé - ¡Sin duda tienes a la madre que más rico cocina en el mundo!

- Tú también cocinas muy rico, papá - Ella sonrió con sus mejillas coloradas - ¿Mañana te quedarás con nosotras?

- Por supuesto, terminé mi misión y pedí el día libre para dedicárselo a la niña más linda que hay en esta tierra.

- ¡En serio!

- ¡Claro! - Ella se bajó y la senté en mis piernas.

- ¿Mañana jugamos un partido?

- Catalina, no por favor - Lucy nos miró con temor - Ya han roto una ventana.

- Si mi chiquita quiere jugar, vamos a jugar - aseguré besando la cabellera larga de mi pequeña - ¿Por qué no le pides a tu mami que haga de portera?

- ¿Harás de portera verdad, mami?

- Para que tu padre me vuelva a doblar un dedo, no gracias - negó una y otra vez con la cabeza.

- Dijo que no porque le darás otro pelotazo - Mi pequeña con toda la inocencia del mundo me respondió.

- Dile que prometo no lastimarla, que estará intacta luego de terminar el partido - Susurre en su oído.

- Dijo mi papá que te tratará como a una princesa - Lucy sonrió - ¿Jugarás ahora, mami?

- Bueno, pero solo porque tú me lo pides.

- ¡Lo logramos! - Mi hija chocó cinco conmigo - Verás que esta vez te ganaré, he practicado mucho.

- ¿En serio?

- Pregúntale a mamá.

Yo miré a Lucy curioso.

- Me rompió tres jarrones por estar practicando dentro de casa - Suspiró - Y sin contar que le pegó al hijo de la vecina.

- ¡Fue un accidente, te lo juro! - Mi hija me miró con ojitos tiernos - ¿Verdad que me crees?

- Te creo - la abracé - Por supuesto que te creo, princesa.

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Continuará***

|| Cuando el Peligro está en Casa "II°T" || 《 Fairy_Tail [Fanfic] 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora