Capítulo 6.

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—Extrañaré nuestro cuchitril.— susurró Rosé mirando el pequeño y viejo apartamento que los había visto salir adelante luego de todo lo que había sucedido en sus vidas.

—Yo no tanto, hasta ahora me doy cuenta del olor a humedad de este lugar, me sorprende que sigamos con una buena salud.— JiMin tomó la última maleta entre sus manos.—Rosé, lleva el dinero del señor Kang, y agradecele por todo lo que ha hecho por nosotros, te espero abajo.

La pelirroja lo miró indignada, pero tomó el dinero.

—A veces pienso que yo soy la mayor.— claramente aquello había sido una broma, pero a JiMin le había dolido porque sabía que era cierto.

—Estás haciendo esto por el bien de ambos.— se susurró a sí mismo.—Perdón mamá, no es algo de que me sienta orgulloso.— bajó la mirada y caminó fuera del apartamento, abajo los esperaba la misma limusina de la vez anterior, imaginaba que los vecinos que habían especulado todo tipo de cosas, que a él, obviamente no le interesaban, tampoco tenía la necesidad de aclarar las cosas, al fin y al cabo, era su vida, ¿no?

Cuando vio a Rosé bajar las escaleras, abrió la puerta para que ésta entrase, luego hizo lo mismo y emprendieron su camino.

El viaje fue medianamente largo, había música suave a de fondo y de vez en cuando él y Rosé intercambiaban palabras, pero no ocurrió nada fuera de lo normal, (además de Roseanne a punto de romperse la garganta por la emoción).

Al llegar, dos grandes puertas blancas abrieron el paso a la limusina, para luego cerrarse, el contrato no mentía cuando decía “mansión”, aquel lugar era malditamente enorme, daba incluso miedo la sensación imperial que emanaba, era simplemente magnífico.

—Una casa monstruosa para el monstruo.— susurró JiMin mientras desocupaba el vehículo.

—Es impresionante.— habló Rosé aún más emocionada de lo que ya estaba.

—Sí que lo es.— la apoyó el pelinaranja.

De pronto las puertas de la gran estructura se abrieron, dejando a ver a Kim NamJoon con una gran sonrisa, mostrando aquellos hoyuelos que hacían caer a todo ser que lo viera en una revista o en persona, se acercó a ellos y saludó primeramente a Rosé con un pequeño abrazo, que definitivamente sorprendió a los dos Park, luego se acercó a JiMin y le dejó en una beso en la mejilla, que terminó por disparar los corazones de los hermanos, NamJoon pasó una de sus manos por la cintura de JiMin, aún con una sonrisa.

—¿Qué diablos?— JiMin fue el primero en hablar.

—Sí, ¿Qué diablos?— apoyó Rosé a punto de estallar en carcajadas.

NamJoon frunció el ceño borrando la sonrisa de modelo que llevaba, la cual empezaba a asustar a JiMin.

—¿Sabes del contrato?— preguntó el moreno confundido a Rosé.

—Estamos aquí por mí.— respondió la pelirroja.

JiMin quitó bruscamente la mano de NamJoon de su cintura, el alto lo miró fulminante y luego volvió su vista a Rosé.

—Así que fuiste tú la graciosilla.— Rosé rodó los ojos.

—¿Podemos entrar ya o vamos a dormir aquí fuera?— volvió a hablar la chica cansada.

—Entrarás tú, tu hermano y yo tenemos un espectáculo que dar, ¿verdad MinMin?—JiMin casi vomita ante aquel apodo.

—En tu vida vuelvas a llamarme así, imbécil, jamás.— ambos se miraron fijamente mientras imaginaban millones de maneras para acabar con el otro.

—Bueno, ya que nadie me invita a pasar, me invito yo.— Rosé, ignorando la situación incómoda, se giró y entró a su nuevo “hogar”.

—¿De qué espectáculo estás hablando? Creí que iniciaríamos con todo mañana.— JiMin estaba claramente desconcertado.

—Me pareció buena idea comprarte ropa nueva, no sé si sepas lo qué es.— NamJoon dijo aquello con una pequeña sonrisa maliciosa que JiMin notó de inmediato.

—No te pases de macho, idiota.

El chófer estacionó la limusina a un lado de ambos, indicando que ya estaba listo para partir. JiMin tenía la respiración acelerada.

—Si no quieres decir nada, no tienes que hacerlo.— NamJoon intentó tranquilizar sus nervios, pero aquella voz solo le recordó a JiMin que le estaba faltando el respeto a la memoria de sus padres por dinero, solo tenía ganas de tirarse en el piso y llorar, pero jamás permitiría que un Kim viera lágrimas caer de sus ojos, estaba allí y no había vuelta atrás, solo debía cumplir y estaría libre.

—Cállate, imbécil.— el más pequeño se acercó al auto y entró sin decir nada más, NamJoon se sentía más que ofendido, pensando en que jamás volvería a intentar calmarlo, y lo siguió hasta adentro de la limusina.

La viaje fue incómodo, nadie hablaba y ni siquiera sonaba música en la radio, ninguno tenía idea de como mierda podrían actuar cariñoso con el otro, si se odiaban tantísimo.

La limusina se detuvo en el centro comercial, ninguno tenía intenciones de bajar, pero debían hacerlo, claramente.

—No bajes, te abriré la puerta.— aquello fue lo único que dijo NamJoon, antes de salir de aquel ambiente de incomodidad extrema, JiMin tenía tantas ganas de desobedecerlo, pero claro, no lo hizo.

NamJoon rodeó la limusina y abrió la puerta de JiMin, ya varías personas tenían las miradas puestas en aquella pareja.

—Park.

—¿Qué quieres?

—Que no me avergüences.

JiMin rodó los ojos irritado; entrelazó sus dedos con los de NamJoon mirándolo a los ojos.

—Claro que no cariño, sería incapaz.

🐣🐨

Perdonen los errores ortográficos. 💕
¡Feliz navidad! ❤

Marry Me | NamMin | (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora