Capítulo 25.

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Solo hacían algunos diez minutos desde que SeungCheol había abandonado el nuevo hogar de JiMin y Rosé, pero desde antes de que el hombre se fuera JiMin era lágrimas y arrepentimiento, se quería tirar por la ventana, Rosé solo rodaba los ojos conteniéndose para no decir "te lo dije".

-Debes ir a verlo, JiMin.

-El no querrá verme, es obvio.

-¡Pues lo obligas! ¡Dios! ¿Por qué todo es tan difícil con ustedes? Son un par de idiotas, carajo.- Rosé salió del lugar dando un portazo.

Genial, lo que le faltaba a la vida miserable de Park JiMin, que su hermana también se enojara.

Se recostó sobre el sofá, hundiéndose en sus lágrimas y mocos, porque no podía (o no tenía el valor) para hacer nada más.

¿Qué se supone que debía hacer? ¿Ir a la casa de NamJoon y decirle "lo siento, fui un imbécil, olvida que te abandoné, quiero volver".

-Soy la definición de fracaso.- susurró el pelinaranja con la voz ronca, suspiró y se levantó con firmeza fingida, iría a ver a NamJoon, en ese momento le valían treintena hectáreas de mierda lo que sucediese, no podría vivir con la incertidumbre de "qué habría pasado sí... ", así que intentó vestirse y arreglarse tan bien como le era posible y salió del lugar.

En el taxi, JiMin solo podía imaginarse millones de escenarios, y en todos NamJoon lo terminaba echando por imbécil, eso no era alentador; cuando estaba a punto de decirle al conductor que se regresara, el auto se había estacionado frente a la gran mansión que tenía días sin ver y a la cuál se había (extrañamente) acostumbrado.

-Gracias.- susurró el menor, pagando y dispuesto a salir del taxi, pero sus piernas se negaban rotundamente a colaborar.

-¿Señor?- la voz del conductor hizo a JiMin hiperventilar, ¿pero qué demonios estaba haciendo? Por Dios, ¿en qué momento se le ocurrió visitar a NamJoon?

JiMin tomó la poca dignidad que le quedaba y salió del taxi, caminó a paso rápido hasta la entrada, con miedo de que lo mínimo que le quedaba de valentía se esfumara antes de tiempo, tocó el timbre, sus manos estaban frías y temblorosas.

Vio con algo de miedo como alguien abría la puerta, pero respiró al ver que era una de las encargadas de la limpieza.

-Hola... ¿Está NamJoon?- preguntó el menor con algo de dificultad.

-Sí, el señor está arriba en su habitación, le avisaré que está aquí, pase por favor.- JiMin entró a la casa sin muchos ánimos.-¿Cuál es su nombre?

-¿No podría... Pasar yo? Es una sorpresa.- se sintió tan extremadamente ridículo al decir eso, pero tenía miedo de que NamJoon rechazase verlo incluso antes de que JiMin pudiese hablar con él.

-Ah... Por supuesto, lo llevo hasta su habitación.

-No se preocupe, sé donde queda.- JiMin no vio manera de que aquello no sonara extraño, así que simplemente sonrió con amabilidad a la mujer y subió las escaleras en dirección a quien sabe qué destino.

Y allí estaba, nuevamente nervioso por tocar aquella puerta, suspiró mirando sus zapatos, aquella escena le hacia recordar escenarios anteriores, sonrió ante aquello.

Levantó la vista rápidamente al escuchar la puerta ser abierta, y allí se encontraba, su cabello rubio estaba algo desteñido y desaliñado, pantalones de pijama, una camiseta blanca algo apretada, y para terminar de quitarle el aliento a Park, traía aquellos lentes de montura negra que tanto le gustaban.

-Nam...

-Pude sentir tu aroma desde la entrada.- admitió el mayor, pero ninguna facción de su rostro demostraba que sentimiento le provocaba aquello.

Marry Me | NamMin | (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora