Día tres.

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"19.12.2003

Hoy te vi de nuevo, estabas tan perfecto. Quizás no te acuerdes, pero te encantaba llevar aquellos pantalones rotos.

Aun no estaban de moda, pero tú los llevabas igual.

En ti se veían perfectos. También te gustaban las camisas coloridas. Eras una persona con gustos atípicos.

Pero eso me encantaba. Estabas fuera de lo ordinario y monótono.

Creo que por eso me enamoré de ti.

Caminabas de una manera despreocupada y liberal. Como si no hubiese nadie a tú alrededor.

No quería parecer acosadora, por lo que seguí mi camino sin importar a donde fueras. Pero algo dentro de mí me incitó a seguirte.

Llegaste a un sendero poco habitado, a las afueras de la ciudad.

Tras unos pasos lo perdí de vista.

Retomé mi camino hacia mi casa, cuando oigo unas voces cerca mío. Dirigo mi vista hacia de donde vienen esas voces, y veo un grupo no muy grande de gente.

Ahí estabas tú, apoyado contra la pared, rodeado de chicas, fumando.

No te quedaba mal aquella imagen de chico malo, nada mal...

Miraste hacia mi, curioso, o quizás drogado, no lo sé. Sonreiste, y yo, caí muerta ante tu perfecta sonrisa. Suplicaba a los dioses que nadie te la quitase nunca..."

Recordar aquello me hizo sonreír, era todo verdad.

Todo.

Cartas en la CárcelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora