Día cuatro.

29 2 0
                                    

"24.4.2004.

Mi estomago duele.

Llevo varias semanas así pero no pienso que sea nada grave.

Aún dolorida, me acerco poco a poco a la mesa del profesor.

¿Perdone? Digo. Me enc. Paro inmediatamente de hablar, otro punto.

¿Se encuentra mal? Dice mirandome.

Yo asiento.

Él se levanta y alza una mano, creo que indicándole a alguien que se acerque.

Esa persona se coloca detrás mío, y puedo percibir el olor a coco de su fragancia. Eres tú.
¿Podría acompañarla a la enfermería? Dice el profesor.

Claro. Respondes.

Colocas una mano en mi espalda, empujandome levemente para que me moviese.

Salimos de clase poco a poco, dirigiéndonos a enfermería.

¿Necesitas ayuda? Dijiste con tu voz melodiosa.

Yo no respondí, solo me encojí por el dolor.

Te acercaste a mi, colocando una mano rodeando mi cintura y pasando mi brazo por tus hombros para que me apoyase en ti.

Gr-gracias. Dije dolorida.

No hay de qué. Dijiste sonriendo.

Hermosa sonrisa...

Llegamos a enfermería.

La verdad, pensaba que morirías antes de llegar. Volviste a sonreir, y yo tampoco pude evitarlo, tu risa era contagiosa."

Aún recordando sus palabras, sonreía.

Dejé mi cuaderno a un lado y entré a la consulta junto a mis padres.

Ya pueden pasar. El médico nos atendió de maravilla, solo que, no se veía la esperanza de sus palabras.

Cartas en la CárcelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora