Luego, pensó que seguramente su hermano estaría bromeando como hacía siempre. Sí, no había sido más que una broma. No tenía por qué preocuparse.
Algunos días más tarde, Malena recibió un enorme ramo de flores de Billy, que le daba las gracias por haberle salvado la vida. Las estaba poniendo en un jarrón cuando los dos hermanos entraron a la cocina y leyeron la tarjeta como si fuera algo comunitario.
—Él sí se casaría contigo —afirmó Gadton en tono provocador-. Lleva viudo más de diez años.
—Pues no está nada mal para su edad - Malena le siguió la corriente sin problema-. Y seguro que no le viene nada mal tener su propia enfermera en casa. Pero ¿sabrá cocinar?
Gaston sorbió su café ruidosamente.
—¿ Y sorberá el café? -añadió sin mirarlo.
—Lo he hecho a propósito para demostrarte que no me preocupan lo más mínimo los modales.
—Pues entonces no esperes que te lleve a ningún restaurante durante nuestro compromiso matrimonial.
—Guapa, tú a mí no me vas a llevar a ningún sitio -avisó al tiempo que ella dejaba la fuente de galletas sobre la mesa.
Parecía furioso, pero con los hombres nunca se podía saber. A veces alguno con pinta de bonachón resultaba ser el culpable de horribles maltratos a su esposa. Así que lo mejor era saber de antemano hasta dónde podía llegar si se enfadaba, especialmente después de lo de su padre.
-Tendrás que acostumbrarte a limpiarte las botas antes de entrar en casa-continuó ella con la provocación-. De lo de los sorbidos, ni hablar... Y a tu pelo no le vendría mal un buen corte...
-¡Maldita sea!
Se puso de pie de un salto y fue hasta ella con el rostro desencajado. Malena lo esperó impasible sin apartar la mirada de sus ojos.
- Gaston -le llamó la atención su hermano poniéndose también en pie.
Estaba iracundo, pero en cuanto estuvo a solo unos centímetros de ella, el sentido común lo hizo reaccionar y retomar el control de la situación.-Me estás poniendo a prueba -adivinó de pronto-. Quieres comprobar si podría llegar a pegarte.
-Hay que estar segura de esas cosas -confirmó ella tranquilamente-. Y tengo que averiguarlo donde pueda obtener ayuda fácilmente -añadió refiriéndose a Michael-. Pero está claro que tú no eres de los que pegan. Tienes muy mal genio, pero no como para hacer algo así.
No podía dejar de mirarla a los ojos. Podría perderse fácilmente en aquellos enormes ojos grises. Odiaba lo que sentía cuando estaba cerca de ella, llevaba luchando contra ello desde que la había llevado a su habitación después de que se desmayara en el hospital. Le gustaba demasiado tenerla entre sus brazos y besarla. Tenía que admitir que hasta le gustaba cuando bromeaba con él e intentaba provocarlo. Eso era algo que no le había hecho ninguna mujer antes. El era un tipo taciturno y distante, algo que echaba atrás a la mayoría de las mujeres.
Pero Malena no se había dejado intimidar por eso, ni por eso ni por su malgenio. Le daba miedo pensar que tenía la sensación de que podría vivir tranquilamente con ella. Se imaginaba a su lado, simplemente agarrándole la mano mientras veían una película.
Volvió a sentarse sin mirarla intentando olvidarse de tal imagen. Michael lo miró de reojo.
-No te comas todas las galletas.
-Solo las que me corresponden. Ella tiene una, tú tres y yo cuatro -explicó con total normalidad.
-¿Y por qué a ti te corresponde una más?
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Lejos del Matrimonio
Fanfiction¿Podría su relación sobrevivir a pesar del orgullo de Gastón Vietto y del peligroso pasado de Malena Ratner?