Capítulo 9

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Ahora veía lo ingenua que había sido por fantasear sobre aquel beso. Por mucho que le hubiera dado la sensación de que el también lo había disfrutado, estaba claro que no había nada profundo detrás de su comportamiento. El primer hombre que le prestaba atención desde hacía años, y se enamoraba como una chiquilla. Pero era comprensible después de lo que lo había oído decir a Michael. Gastón era un seductor nato. ¡Y ella lo había tomado en serio!

Malena decidió que a partir de ese momento sería la perfecta empleada, y no volvería a mirarlo con deseo nunca más. Menos mal que había oído lo que le estaba diciendo a Michael, seguramente así se había ahorrado una horrible humillación. Corno ella siempre decía, lo mejor era saber la verdad, por muy mala que esta fuera. Parecía que había llegado el momento de seguir su propio consejo.

Cuando Gastón y Michael bajaron a desayunar a la mañana siguiente, ella les sirvió con la mayor profesionalidad. Lo más curioso era que Gastón estaba tremendamente contenido, ni siquiera le lanzó su característica y arrogante mirada. De hecho no la miró en absoluto. Por su parte Michael mantuvo con ella una distendida conversación sobre las labores diarias. Le contó los diferentes modos de criar al ganado y que ellos seguían utilizando métodos tradicionales para conseguir que la carne fuera más natural. Aquello les llevó a hablar del tipo de alimentación que ellos misinos recibían.

-Eso me recuerda que la señora Lewis me ha dicho que no has utilizado la manteca desde que llegaste -le dijo Michael-. ¿Con qué haces las galletas entonces?

-Con aceite de oliva -respondió ella con cierto miedo.

Gastón se atragantó con el bocado de galleta que todavía no había tragado.

-¡¿ Aceite de oliva?!

-Escuchen -comenzó a decir Malena en tono didáctico en cuanto vio los rostros asustados de los dos hermanos-, está comprobado que el aceite de oliva es mucho más sano. De hecho en los países que siguen la dieta mediterránea hay muchos menos problemas cardiovasculares de los que tenemos aquí. Además, hasta que les he dicho, ni siquiera se habían notado que habían dejado de tomar esa enorme cantidad de grasa animal.

Los hermanos se miraron el uno al otro sin saber qué decir.

-Tiene razón —dijo por fin Gastón.

-Nos estamos haciendo mayores y tenemos que empezar a cuidarnos –siguió diciendo Michael-. No queremos que nuestras arterias se bloqueen.

-Ni que nos dé un ataque cardiaco.

-Bueno, entonces puede que el aceite de oliva no sea tan malo —convino Michael con una risilla dirigida a Maleena.

Ella también se río.

-Menos mal. Ya me veía de patillas en la calle.

-Pero no conseguirás que deje la mantequilla -matizó Gastón —. No hay nada como la mantequilla para untar sobre las galletas.

Malena no le miró, no podía decirle que lo que estaba comiendo no era mantequilla sino margarina baja en colesterol, así que se limitó a sonreír y a terminar su taza de café.
Esa misma mañana, cuando Michael y Gastón estaban trasladando de campo el ganado, un toro se embraveció y le dio un buen golpe a Michael, que lanzó un grito de dolor. El animal salió corriendo detrás del resto de la manada sin provocar mayores problemas.

-¿Estás bien? -preguntó Gastón.

-Sí, pero creo que voy a necesitar algunos puntos. Llévame a casa a cambiarme y después tendrás que llevarme a la doctora.

-Maldito toro -farfulló Gastón mientras metía a su hermano en el camión.
En cuanto llegaron a la casa, Malena salió a su encuentro intuyendo que había ocurrido algo.

-Entra y déjame que le eche un vistazo a esa herida -ordenó al ver la camisa manchada de sangre. Michael obedeció completamente desconcertado.

-Necesitas puntos -le dijo poniéndole una gasa sobre la zona-. Sujeta esto fuerte hasta que llegues al médico. ¿Qué doctor tienen?

-La doctora Lou Coltrain.

-La llamaré para avisar de que están en camino -afirmó al tiempo que agarraba el teléfono que había sobre la mesa de la cocina.

Gastón la miró sorprendido pero no dijo nada, sino que se fueron de allí inmediatamente. Efectivamente, cuando llegaron a la consulta, la doctora estuvo de acuerdo en que necesitaba varios puntos de sutura.

Cuando volvieron a casa, Malena le sirvió a Michael una taza de café y un trozo de pastel recién hecho; también se aseguró de que estuviera cómodo poniéndole un cojín detrás de la espalda.

-A lo mejor yo también debería dejar que me corneara un toro —dijo Gastón al ver el

trato especial que estaba recibiendo su hermano.

Malena lo miró fijamente antes de responder con una fría sonrisa en los labios.

-A ti le daría vinagre y un café frío.

Gastón se quedó paralizado al oír aquella respuesta. Tenía la sensación de que lo acabaran de mandar al rincón sin comer, y no le gustaba. Los miró con dureza y salió de allí intentando tragarse la furia que sentía.

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NUEVO CAP,  NO OLVIDEN COMENTAR :)

Lejos del MatrimonioWhere stories live. Discover now