Las cuatro ruedas en fricción, con el mojado pavimento, generaban un gran vapor que parecía anticipar el clima que se observaba a lo lejos en la carretera.
Allá más adelante, nubarrones negros tapaban el cielo que sumergía al paisaje en una leve oscuridad.
El autobús seguía su camino habitual. Parecía ignorar por completo el ambiente en donde estaba a punto de involucrarse.
Volvía del trabajo, directo hacia mi casa. A mis espaldas la ciudad iba desapareciendo.
Miraba por la ventanilla. Esta tenía manchas de tierra por fuera, que apenas obstruía la visión del gran e inmenso aeropuerto llegando a su fin. Procediendo a reemplazarlo una gran y abundante vegetación.
Mis grandes audífonos, me aislaban del sonido de las personas que compartían el mismo vehículo. Dejándome así, solo con mis propios pensamientos y las canciones que mi móvil me brindaba.
"Entre la cirrosis y la sobredosis,
Andas siempre muñeca..."
La voz de Joaquín Sabina, más cuidada y menos rasgada a la de estos últimos años, se hizo presente.
Reí para mis adentros. Aquella referencia me trajo recuerdos de alguien. Alguien que ya hacía mucho tiempo, no sabía nada.
"Con tu sucia camisa,
Y en lugar de sonrisa,
Una especie de mueca..."
Aquella persona, tan especial por momentos, tan infame en algunos otros.
"Cómo no imaginarte,
Cómo no recordarte hace apenas dos años,
Cuando eras la princesa de la boca de fresa,
Cuando tenías aún esa forma de hacerte daño..."
Tenía una peculiar forma de querer. Vivía encasillado en un dilema emocional, del que hacer para que no se enfadase.
La carretera en donde andábamos, comenzó a mostrarse mojada. Con grandes charcos de agua acumulados en sus orillas. El cielo ya estaba nublado, nos estábamos adentrando en la tormenta.
"Ahora es demasiado tarde princesa,
Búscate otro perro que te ladre princesa..."
¿Cómo había soportado estar con ella todo ese tiempo? ¿Por qué no me daba cuenta de lo que realmente sucedía? Aquellas preguntas rebotaron dentro de mí. No había respuestas para ellas, eran otros tiempos, era otro yo.
Un efímero relámpago rasgó el cielo, seguido por un sonido estruendoso que pude oírlo incluso, con los audífonos puestos. Acto seguido, el agua hizo su aparición, agua que comenzó a caer violentamente.
"Maldito sea el gurú,
Que levantó entre tú y yo un silencio oscuro,
Del que ya sólo sales para decirme,
Vale, déjame veinte duros..."
Me dejé seducir por su carácter, aquel carácter impredecible y explosivo que tenía. Hacía lo que quería cuando quería, no le temía a nada. No parecía una chica de su edad, ella ya era una mujer.
Nuevamente un relámpago se expandió en el cielo, esta vez con la forma de una rama de árbol. Estuvo por un momento y luego desapareció.
"Ya no te tengo miedo, nena,
Pero no puedo seguirte en tu viaje,
Cuántas veces hubiera dado la vida entera,
Porque tú me pidieras llevarte el equipaje..."
Aunque, tal vez allí estuvo el problema. Ella era demasiado para mí.
En aquel tiempo, apenas poseía un carácter ¿Cómo podía fingir que estaba todo bien cuando muy por dentro mi inseguridad me carcomía lentamente? ¿Qué vio ella en mí para estar conmigo?
El agua que golpeaba fuertemente contra el autobús, comenzó a filtrarse por la salida de emergencia del mismo. Un hilo de agua mojó la cabeza calva de un pasajero que estaba ubicado en los asientos del medio. Este estaba dormido y saltó bruscamente del asiento al sentir el repentino frío.
"Ahora es demasiado tarde princesa,
Búscate otro perro que te ladre princesa..."
No pude evitar sonreír al ver esta última escena. El sujeto se levantó y buscó un asiento más adelante, para luego posicionarse nuevamente para dormir.
Automáticamente, mi mirada volvió a posarse hacía la ventanilla. Esta ya se encontraba mojada y varias gotas de agua luchaban entre ellas por llegar primero al final.
Era un estúpido, no sabía bien lo que hacía.
Tal vez dentro de unos años pueda estar preparado para una mujer así. Y haciendo un contraste con lo que él gran Sabina cantaba, yo si volvería a buscarla.
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Reflexiones Solitarias.
AléatoireMil y un hojas tengo esparcidas en toda mi habitación. Hojas que cuentan historias, hojas que son cartas sin enviar, hojas que son simples reflexiones o intentos de poesías. Llevan conmigo más de 10 años y mientras más pasa el tiempo, más hojas se...