Hacia unos días que a Gabriel le sucedía algo extraño. Cuando se marchaba a dormir, su sombra se separaba de su persona y se detenía bajo el umbral de la puerta.
Al principio, le pareció muy extraño. Pero no se hacía un tiempo para ponerse a investigar. Solo lo asimiló
El tiempo seguía pasando y la sombra se separaba más. Siempre estaba un paso adelante de él.
Cuando se levantaba, ella estaba en la puerta. Cuando iba al baño, ella ya estaba en la cocina. Cuando iba a desayunar, ella ya estaba afuera. Cuando salía fuera de su casa, la sombra ya estaba en el auto. Lista para ir al trabajo.
Se volvió una rutina, ya que su sombra siempre le marcaba el mismo camino que el del día anterior.
Un día, de camino al trabajo, observó ese pequeño camino de tierra que se hallaba a un lado de la ruta habitual.
Detuvo su coche y viró en su dirección.
Su sombra comenzó a impacientarse, mientras señalaba desesperada el camino que Gabriel había dejado atrás. Ella no quería perder la rutina.
Él solo la miró, tomó aire y mantuvo firme su decisión.
Recorrió unos metros y se detuvo nuevamente. Bajó del coche y caminó por el césped. Se descalzó, para sentir la tierra entre sus pies. La tranquilidad le invadió.
Dio una media vuelta, para invitar a su fiel compañera. Pero para su sorpresa, ella ya no estaba en su coche.
Automáticamente, dirigió la mirada hacia el suelo y allí la encontró. Pegada a sus pies.
Como era antes. Como siempre tiene que ser.
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Reflexiones Solitarias.
RandomMil y un hojas tengo esparcidas en toda mi habitación. Hojas que cuentan historias, hojas que son cartas sin enviar, hojas que son simples reflexiones o intentos de poesías. Llevan conmigo más de 10 años y mientras más pasa el tiempo, más hojas se...