Capítulo 3

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Eran las diez de la noche y Edward aún daba vueltas en la cama. Si él dijera que estaba tranquilo y no nervioso ni asustado, estaría mintiendo.

Con un gruñido se levantó de la cama, buscó ropa de su closet para luego salir de la casa con las manos en los bolsillos. Llamó a un taxi que iba pasando en ese instante y le dio la dirección del lugar donde se realizaría la carrera.

Desde que Mike había dejado su dramático mensaje no había podido dormir. Llamó a su padre para que lo acompañara pero como siempre, estaba ocupado en el trabajo. El taxi se detuvo en el lugar indicado, el rizado le pagó lo acordado y éste solo negó con la cabeza mientras se alejaba del lugar.

El rizado metió sus manos en su suéter, para luego caminar hacia la multitud. Habían personas que gritaban "Rey" por todos lados y éste sólo se preguntó en qué lugar Mike estaba metido y lo había metido a él, para que lo rescatara.

Edward miró hacia todos lados intentando encontrar o ver la cabellera rubia de su amigo por algún lado, pero no la vio por los alrededores.

Lo único que podía ver era mujeres con poca ropa encima de los carros, con hombres tocando partes de su cuerpo.

Negó con la cabeza, asqueado antes de sentir una nalgada y su instinto como cualquier persona, fue darle una cachetada a quien le había hecho eso. Pasó saliva al darse la vuelta y ver que era un hombre musculosos mucho más alto que él.

El hombre lo miraba con la mandíbula tensa.

— No debiste hacer eso, niño — La voz del hombre sonó furiosa, mientras se acercaba al menor.

— No quise hacerlo, lo siento — Se disculpó mientras se alejaba del hombre.

— Un lo siento no arreglan las cosas, niño —Lo tomó del brazo, y Edward chilló.

— Suéltame por favor — Suplicó.

— Eso no será posible — Comenzó a caminar con él, llevándolo lejos de la pista.

Edward estaba más asustado que nunca, en ese instante quería estar debajo sus suaves sábanas, donde estaba seguro. Su otro brazo fue jalado suavemente, deteniendo los pasos de ambos.

— Suéltalo, Ryan — Esa voz que la reconoció al instante. Edward pensó que nunca se había alegrado de verlo, pero este era el momento que en verdad estaba agradecido con él.

— Yo lo vi primero, Rey —Dijo el hombre, jalando el brazo de Edward hacia su cuerpo.

— Pues resulta que vino conmigo y es mío — Amenazó, con voz potente, y jaló al menor hacia su cuerpo.

— Te salvaste de esta, niño —Y se fue, dejándolos a ellos solos.

Edward volteó su rostro hacia William y éste lo veía serio y con los ojos chispeantes.

William veía al chico con los ojos entrecerrados, estaba realmente furioso, sus límites a la tolerancia estaban por los suelos.

— ¿Se puede saber qué demonios haces aquí? — preguntó, apretando su brazo.

— Vine a buscar a Mike — dijo, nervioso.

— Creo que supongo que Mike está muy grandecito como para que le andes de niñera — masculló, sarcástico.

— Tienes razón, mejor me voy a mi casa — intentó soltarse del agarre.

— Eso no será posible, precioso — rió, sin gracia.

— En serio, William, ya me tengo que ir — su voz de perdió del miedo.

— Ya te dije que no — dijo, brusco — Irás conmigo a la carrera y después te llevo a tu casa — se dio la vuelta y luego se llevó al rizado con él.

My Precious  {gay} {m-Preg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora