Edward miró a William sin poder creer lo que estaba diciendo, lo dijo de una forma tan serena que temió por su propia vida.
— Piensa en Austin, no sabe absolutamente nada de lo que me hiciste — tragó en seco — No tiene la culpa de nada, y tampoco...
— Shh, precioso, no gastes saliva en darme una explicación — meció al menor de un lado a otro — Mañana podemos seguir hablando de lo que ha pasado en los últimos dos años, es momento de dormir y créeme que eso haremos como familia.
— No quiero que te me acerques — tomó una almohada y se mantuvo lo más alejado posible de él — No te subas a esta cama.
— Es mi cama, y puedo hacer lo que desee, pero como soy tan considerado, dejaré que pienses en una mentira para que me la digas cuando salga el sol — colocó a Austin en su regazo — Nos vemos en unas horas, precioso — intentó besar los labios de Edward, pero éste giró el rostro — Será mejor que cambies esa actitud.
— Vete a la mierda — le escupió en el rostro — No voy a quedarme a ver como mi mundo se vuelve una mierda nuevamente o que cuando mi hijo salga a la calle un hijo de perra lo mate por ser también tu hijo.
— Eso está por verse — se limpió el rostro y salió de la habitación.
— ¿Estás bien, mamá? — Austin tocó el rostro de Edward — ¿Te tocó?
— Estoy bien, amor — besó la frente de su hijo — Debes de dormir, es tarde.
— Lo siento, mamá — el menor bajó la mirada — Es mi culpa.
— No, no lo es — lo rodeó con su brazo libre — Eres muy pequeño para entender muchas cosas, y es mejor que no sepas algunas de ellas.
— Te amo, mamá.
*****
Kaleb apenas y abría los ojos después de un largo rato de estar durmiendo, antes de caer en el limbo del sueño, creyó que había visto a Mike sosteniendo su mano. Ahora que sus ojos enfocaban mejor la luz del sol que se asomaba de forma inoportuna por la ventana, pensó que se había imaginado todo. La puerta de la habitación fue abierta y un Mike que sostenía una bandeja entró por la misma.
— Hola — sus cejas se elevaron — Es bueno que hayas despertado.
— ¿Eres real?
— Muy real — dejó la bandeja en la mesita de noche — Te hice el desayuno.
— ¿Cómo es que estás aquí? — Se sentó como pudo en la cama — Creía que estabas en el otro lado del mundo.
— Así es — asintió rápidamente — Pero primero debemos de hacer que te laves los dientes y ya después seguiremos hablando.
Mike quitó las sabanas que cubrían gran parte del cuerpo del Kaleb y lo ayudó a ir al baño para higienizarse un poco. Nuevamente lo llevó hacia la cama, donde le colocó la bandeja en el regazo.
— ¿Cómo estás? ¿Te duele mucho? — tocó la herida con uno de sus dedos — Gritabas mucho anoche.
— Sólo un poco, pero puedo manejarlo — tomó la mano de Mike, y entrelazó sus dedos — Eres real.
— Lo soy — llevó una cuchara con sopa a la boca del mayor — Se que no te gustan muchos los vegetales, pero si el brócoli, por lo que te la hice con pollo.
— Gracias — aceptó la comida — ¿Cuándo regresaste?
—Ayer, para la boda del padre Edward — respondió, como si nada — Menudo recibimiento el que me has dado.
— No puedo evitarlo, soy demasiado bueno dando buenas bienvenidas a las personas — bromeó — Han pasado dos años desde la última vez que nos vimos y sigues igual de hermoso que antes.
ESTÁS LEYENDO
My Precious {gay} {m-Preg}
De TodoEdward Coleman, es el chico nerd que suele pasar de desapercibido ante los ojos de los demás, pero eso puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Edward piensa que seguir siendo el típico nerd de la escuela puede tener sus ventajas y más aún si tie...