Capítulo 12

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Un disparo, seguido de otro se escuchó por todo el callejón. Will había regresado a sus andadas y california estaba pagando por cada una de sus descargas de furia. Habían pasado meses desde que despertó, desde que supo que su hermano simplemente regresó para acabar con su paciencia y su calma. Cada noche soñaba con Ed, no había una sola en la que no se imaginara su vida con él y el bebé que no pudo ver la luz del sol una sola vez.

Siempre iba a la misma colina de siempre para ver el anochecer y emborracharse hasta perder el conocimiento. La mano de Kaleb en su hombro le hizo regresar a la normalidad, sus ojos estaban fuertemente cerrados y tenía deseos de perder el control y matar a quien se le pusiera enfrente.

— ¿Quieres ir a casa?

— Sí, creo que hoy es día festivo — caminó hacia su carro — ¿Quieres ir a algún sitio?

— Si, pero irás conmigo — Will levantó una ceja — No puedes pasarte la vida entera sin hacer nada, más que llorar...

— Como si tu no hicieras lo mismo — bufó — Iré, espero que valga la pena esta vez.

— Sí, señor — hizo un gesto con las manos — Veremos si al fin se te para.

William lo observó cansado.

Llegaron a un barrio, el mismo donde se llevaban a cabo las carreras, un grupo se acercó a ellos desde que los vieron llegar. Estaban emocionados por verlos después de tanto sin pasar por esos rumbos.

— Te dije que ellos deseaban verte — palmeó su hombro — Ya que sólo viene a veces y es un rato, ellos esperan que regrese el rey de las calles.

— Eso es algo que no había pensado — se pasó una mano por el cabello — Todavía no me siento preparado para dominar el mundo.

— Ya lo haces — le dio un empujón hacia la barra improvisada.

— Ellos saben que las cosas trato de hacerlas bien — el barman le pasó una cerveza — Estos chicos han sabido mantener la calma a pesar de las mierdas que nos han dicho.

— Tú has sabido mantenerla y eso es algo genial en todos los sentidos.

— Mi hermano no ha dado muchas señales de vida — dijo, pensativo — Es como si se hubiese desaparecido.

— Quiere saber donde está mamá — le dio un sorbo a la cerveza — Y nunca lo sabrá.

— No le digas, va a matarla — negó, serio — Tu hermano debe de madurar.

— Lo sé — asintió — No me gusta éste sitio.

— Te trae recuerdos — sonrió, triste — No eres el único.

— Ni siquiera dejé que tuviese una graduación decente — miró el anillo en su dedo — Doy pena ajena.

— No te sigas culpando por algo como eso, hermano.

— Es verdad... fui tan egoísta... no le di la libertad que deseaba, y ahora estoy pagando las consecuencias de mis actos...

Se hizo silencio en todo el lugar. William miró su pecho y luego el de Kaleb, algo no andaba para nada bien, un punto rojo que no tenía nada que ver con las luces. Agarró el brazo de Kaleb, pero fue muy tarde, una bala aterrizó en su abdomen, mandándolo al piso.

Todos comenzaron a gritar y a correr, disparos por todos lados cayeron cerca de ellos, sólo tenía un nombre y ese era el hijo de puta con el cual había compartido vientre. Se puso detrás de la barra, y rompió la camiseta de Kaleb para verificar la herida.

— Esta no es la forma en la que debería morir — sonrió Kaleb — Esto duele, hermano.

— No vas a morir — sacó su teléfono — No ahora, y tampoco hoy.

My Precious  {gay} {m-Preg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora