Prólogo

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— Por favor, Will, me duele. Ya no me pegues — sollozó el menor, mientras era golpeado otra vez con el cinturón en su abdomen desnudo al igual que su cuerpo.

— Eso lo debiste de pensarlo, precioso — habló con ese acento inglés que derrite a quien sea. Y que, en un principio Edward quedó cautivado.

— ¡Pero yo no hice nada! — le gritó, de vuelta, y lo único que recibió fue otro golpe en sus piernas.

— ¡No me grites, mierda! ¡Eres una perra que no se cansa de ser follada por mí y va con otros para que le rompan el culo!

— Solo estaba hablando — murmuró — Y según yo; tú y yo no tenemos nada, para el mundo y para ti soy invisible — susurró, dolido, y William lo miró con más odio que antes.

— Pues resulta, precioso, que para mí no lo eres, porque eres mío y esta noche lo tendrás en cuanta una vez más. Pero, sobre todo sabrás que nadie más que yo puede tocar tu cuerpo y tampoco sentirlo como lo hago yo cuando se me da la gana — dijo, antes de quitarse la ropa y acercarse a Edward quien aún estaba en la cama y estaba amarrado a esta.

Edwardtragó saliva ruidosamente y dejando que sus pensamientos fueran hacia otro ladomientras sentía como el mayor se posicionaba entre sus piernas para entrar enel sin lubricación como siempre hacia.

My Precious  {gay} {m-Preg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora