violet | peter pevensie

3. NUESTRO QUERIDO AMIGUITO

Capítulo 3. Nuestro querido amiguito.

Trumpkin (ese era el nombre del enano gruñón) accedió a ayudarlos para encontrar al mítico llamado príncipe Caspian. Según el querido amiguito, que era como las tres reinas lo habían apodado en secreto, Caspian había hecho sonar el cuerno mágico de Susan, logrando que los reyes y reinas de antaño volvieran a Narnia para ayudar con los problemas que se avecinaba gracias a los Telmarinos.

—¿Y confías en que un príncipe Telmarino nos va ayudar a liberar a Narnia de los enemigos? —preguntó Edmund con algo de desconfianza y una pizca de desdén al mencionar a los extranjeros.

Estaban en el bote que hasta hace pocos minutos les pertenecían a los soldados telmarinos, según Trumpkin, él había visto a Caspian en el Bosque Tembloroso, así que se dirigían hacia allá con toda la fé y esperanza que aún les quedaba.

—No. —dijo Trumpkin con un tono simple. —Pero es lo que tenemos, ¿no es así?

—Están muy callados. —Susurró Lucy confundida mientras miraba a los árboles que rodeaban aquel río.

—Son árboles, ¿qué esperabas? —preguntó el enano con su tono hostil.

—Antes solían danzar. —Dijo la Compasiva, igual de confundida que Lucy.

—Han pasado muchas cosas desde que se fueron, los telmarinos nos invadieron poco después de su partida. —explicó Trumpkin. —Los narnianos que sobrevivieron se escondieron y los árboles se refugiaron en un gran sueño profundo, y no creo que piensen despertar.

—¿Qué hay de Anna? —preguntó Edmund por su sobrina, llamando la atención de los grandes reyes.

—La reina Anna. —Susurró el enano con melancolía. —Se dice que defendió Cair Paravel y a Narnia hasta que ya no pudo más, fué una guerrera.

Violet soltó un gemido desgarrador al pensar que le pudo haber pasado a su hija.

—Poco después de que se marcharan, los narnianos coronaron a la princesa como reina de Narnia, se dice que en ese entonces era muy joven, así que los miembros de la orden del león la ayudaron a reinar. —Trumpkin siguió contando. —Pero los telmarinos llegaron y destruyeron el palacio, ella no se rindió y peleó con uñas y dientes, hasta que de un momento a otro una lanza le atravesó el pecho y solo algunas personas saben donde está descansando.

—No lo entiendo... —Susurró Lucy, con lágrimas atrapadas en sus ojos al igual que sus hermanos y cuñada. —¿Aslan dejó que eso pasara?

No era posible que el gran león haya permitido que toda esta tragedia sucediera, era inviable que alguien tan poderoso y lleno de bondad como Aslan hubiera dejado que Narnia se hundiera en la desgracia.

—¿Aslan? —preguntó el enano con una mueca. —Él nos abandonó casi al mismo tiempo que ustedes.

—No quisimos abandonarlos. —Murmuró Susan con tristeza, arrepintiéndose de haber seguido al ciervo blanco aquella vez.

—Pero eso no cambia las cosas, ¿o sí? —Volvió a preguntar Trumpkin.

—Llévanos con los narnianos, y todo cambiará. —dijo Peter con su ceño fruncido, mientras continuaba con su tarea de remar el bote.

Violet, Susan y Lucy siguieron llorando en silencio, mientras que Edmund las consolaba y Trumpkin veía a los reyes y reinas arrepentido de haber sido tan duro con sus palabras. Luego de algunos minutos, las reinas se calmaron, al mismo tiempo en que Peter encontró tierra firme.