-24/12/19-
;maite;
Termino de ponerme el short negro que compré hace unos días, mi auto-regalo de navidad. Hoy es justo 24 de Diciembre, toda mi familia está abajo y también unos amigos de Manuel, que se van a ir antes de las once, para visitar a sus familias y después volver a casa por una previa que organiza mi hermano.
Claramente, yo también estoy invitada a la previa, y por ser amigo de Manuel, Mateo también. Dios fue compasivo, y por ser casi el nacimiento de su hijo, me bendijo con la noticia de que el morocho no pudo venir a la tarde y es dudoso que venga a la noche.
Respire con tranquilidad cuando me enteré de eso, sonreí también. A Mateo no lo había hace más de una semana, cuando lo intenté borrar de mi mente, convenciéndome de que él ya pasó, ya fue y no volverá a pasar.
Está mal en todos los sentidos, me dejó sola, me traicionó, es amigo de mi hermano y encima es más chico que yo.
Suspiro y me pongo un top rojo, con nada de escote por la reunión familiar, no quería que media familia me viera de esa forma, así que decidí vestirme acorde con la situación. Ya cuando sea más tarde y empiece la previa, me pondría otro top.
Bajo las escaleras ya peinada y maquillada, en la sala veo a los amigos de mi hermano todavía. Miro el reloj medio atontada porque pensaba que ya se habían ido; Recién son las nueve.
Me sorprendo por lo rápido que me arreglé y por haber perdido la noción del tiempo, ya la edad empieza a afectar lamentablemente, y es algo de lo que recién me doy cuenta.
19 años, casi 20. Quiero llorar por ser tan grande ya, me encantaría volver a los 15 y vivir otra vez todas las locuras que me mandé, como aquella vez que casi me mandan en cana por pelear con un patovica pasado de rosca.
Muevo mi cabeza con una sonrisa, acordándome de ese día, y de como corrí, hasta que terminé casi muerta en una cuneta. Días después la cana ya se había olvidado de mí.
-Apa, ¿y esa sonrisita?- Preguntó un amigo pelirrojo de Manu. Ivan.
-Nada que te importe, no seas gil- Bromeé sentándome al lado de él, saludando a los demás con la mano.
Ivan rió, no digo más nada y todos me miraron, como si esperaran algo. Yo miré la mesa del comedor y asentí con la cabeza, pensando que me invitaban con un vasito de fernet.
-Epa, ¿que hacemos, hermanita? Deja eso ahí- Me dijo Manuel, sacándome el vaso de las manos.
-¿Qué? Ahora como tenes 19 años ya te crees el dueño de la casa, no seas bobo y compartí, acá somos familia de gente humilde
Intenté convencerlo, él rió como sus amigos, estiró la mano, como si le tuviera que dar plata. Puse los ojos en blanco, también puse mi mano y le choqué los cinco.
-Son 100 pe- Habló. Yo hice montoncito con la mano.
-100 petardos en el culo- Dije yo, caminando hasta la cocina, agarrando una garra.
Volví hasta la mesa del comedor, agarré la botella de fernet sin la mirada de nadie, bueno sí, la de Camilo. Dejé la botella del bendito fernet y ahora me sirvo coca para cortarlo.
Todos me abucharon, les saqué el dedo del medio.
-Y siempre recuerden- Llamé su atención. -No sean trolos, por fa
Me fui antes de escuchar alguna respuesta, pero si escuché el "pelotuda" del menor Vainstein y me reí, como sus amigos.
A lo lejos, por el ventanal enorme del comedor, que justo da al patio, donde estamos todos, veo a Camilo mirándome. Me incomoda bastante esa mirada rara, me da medio turbio y me da un poquito de miedo.
Agarro mi celular, para escribirle y que me dijera de una vez lo que tiene que decirme, porque esta mirada extraña y demás, no es lo mío.
-porq me miras así? alto miedo wacho- mait.
-porque quiero hablar con vos, en la previa de Manu, hablamos? -kmilo.
-hablemos ahora, vete al frente, yo ya voy- mait.
Guardo el celular en mi bolsillo trasero, veo el ventanal otra vez y Camilo desapareció de la sala, seguramente con alguna excusa, y la más normal es que va a ir a fumar, como siempre.
-Ma, ya vengo, voy a buscar algo al chino- Me excuso.
Sé que es una excusa malisíma, pero justo en este momento, me acordé del cartel del chino que informaba que no cerraba hasta las diez de la noche, así que lo utilicé a mi favor.
Ella asiente, me extiende un toque de plata y yo me disculpo con mis familiares, ellos asienten y mi abuela me da una suave palmadita en la espalda, le sonrío y camino hasta el frente.
-Acompañame al chino y hablamos- Le dije al chico que está en mi puerta, fumando.
Él asiente, los dos nos ponemos a caminar hasta el chino más cerca. Me pone medio incómoda la situación, pero más quiero saber lo que tenía que decirme, así que sin esperar un poco más, comencé la conversación.
-¿Por qué querías hablar conmigo?- Cuestioné.
Él exhaló el humor del cigarro, dándomelo a mí y yo no lo rechacé, al contrario, inhalé el humor y lo saqué por mi nariz.
-Mateo está mal, ¿sabes?
Así que de él quería hablar, no me sorprende. Los dos son mejores amigos, y no me veía venir esta conversación, menos por parte de Camilo, con quien no tengo mucho trato.
Era obvio que iba a salir esta conversación, pero soy una pelotuda que no ata cabos por ningún lado.
-Yo también estoy mal, ¿eso importa?
Pregunté con los ojos en blanco, parando en el chino y entrando para comprar unos doritos con una monster, él simplemente no digo nada y me esperó afuera hasta que yo salí.
Seguimos el camino en un silencio increíble, es incómodo y al mismo tiempo, me hace pensar en Mateo otra vez.
-Puede él estar mal, pero se lo busco, espero que sepas todo lo que me hizo. Se la buscó, Cami, él lo buscó solito y como toda persona, tiene que asumir las consecuencias que le tocan- Hablé cuando llegué a casa, después de razonar en todo el camino que decirle.
-Sí, pero él te quiere y me par...
-Puede parecerte lo que quieras, te agradezco que intentes ayudarnos, pero es un tema de los dos. Y además, él me quiere pero no lo demostró, y si te lo recuerdo, yo lo quiero y lo amé, pero se pasó de pelotudo, y como pelotudo se fue
Dije mirándolo con una sonrisa chiquita, lo abracé delicadamente y como un amigo más.
-Gracias, Camilo. Sos el mejor amigo que le pudo tocar a Mateo, pero esto no se arregla con simples palabras, sino con acciones, y no pequeñas acciones, lo que hizo fue horrible.
Él asintió, dándome un beso en el cachete y entró a mi casa, yo por otro lado, caminé hasta el patio, donde todos siguen en las mismas posiciones, riendo de un video que mamá puso en la tele que se ingeniaron para llevar a afuera.
Mis primos chiquitos corren por todo el pasto, jugando a la atrapada o algo parecido, yo simplemente los vi deseando volver a esa edad. Volver a creer en papa noel y seguir con los sueños en mi cabeza, y no en el piso, rotos.
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Difícil; Trueno
Fanfictionque difícil se vuelve el beso en el cachete, cuando las bocas ya se conocen