;maite;
"Mamá" me mira de arriba a abajo, con los ojos llorosos y pensando en una excusa para decirme, para explicar toda la mierda que está pasando.
En cambio, Manuel está sentado tapándose la cara, y siento sus mini-puteadas, en susurros. Mi "papá", sólo está callado, en la misma posición que Manuel pero él si nos está mirando.
-Te lo podemos explicar- Habló después de segundos, ella.
Yo no dije nada, asentí y preparé mis oídos para escuchar su versión, lo que tuviera que decirme.
No puedo explicar el vacío que tengo, las ansias de escuchar que todo esto es mentira y que es momento de despertarme, que retorcidamente esto sea un juego en el que mi mente quiere meterme.
Que esto sea mentira.
Me duele, todo me duele. Lo de Mateo me duele, esto que se siente como mierda, duele. Todo está cobrándose en mi contra, y eso me jode. Duele, me jode y me molesta.
¿Por qué a mi? ¿Yo que hice para merecer toda esta mierda junta?
Contengo las ganas de llorar que me inundan, tengo los ojos llorosos pero no quiero llorar al frente de ellos. No al frente de las personas que me mintieron toda mi vida.
-Eras chiquita, Maite- Comenzó. En ese momento supe que mis oídos no estaban lo suficientemente prontos para escuchar toda la mierda. -Tan chiquita, apenas tenías 1 año. Con papá decidimos hacernos cargo de vos, eras una cosita chiquitita, para nosotros era más que doloroso dejarte ahí, sola
Sus palabras queman, arden. Siento que toda mi vida fue una mentira, una sucia maniobra que jugaron todos a su favor y se olvidaron de mí.
Sólo sollocé, rindiéndome ante las ganas de llorar. Dejé de contenerme y pude respirar, entre sollozos y llanto. El pecho me duele, se aprieta cada vez más y lastima, mucho.
-Mis pap...- Ni siquiera pude terminar la frase. Decir la palabra "papás", "mamá" o "papá". Decirlo en voz alta hace que mi garganta arda y no permita pasar las letras suficientes para terminar la palabra. -¿Dónde están?
Tartamudeé, mi voz en un hilo, amenaza con romperse y llorar más, aún más. Es como si todas las lágrimas que derramé toda mi vida, volvieran a mí para salirse hoy.
Mauro Vainstein y Diana Biquard se ven entre ellos, como si se estuvieran diciendo algo entre ellos. Mauro se aclaró la garganta, dispuesto a hablar, entonces clavé mis ojos en él, no encontré los suyos, ya que no deja de mirar el suelo.
-Murieron, hija- Habló como si le doliera hasta a él decirlo.
Hija, hija, hija. Esa palabra no sale de mi cabeza, en la manera que lo dijo, y ahora que sé la verdad, es como si todas las veces que me nombró de esa manera, no tuviera la misma validez.
Sentí la rabia invadiéndome, también el dolor. Toda mi vida fue una mentira, mi hermano no es mi hermano, mis papás no son ellos, con los que viví, me quejé, me enojé. Mis verdaderos papás están muertos, y yo no puedo hacer nada, me siento inútil.
Las lágrimas recorrieron mis cachetes, no las detuve. Hace más de 20 minutos que estoy llorando, no puedo aguantarme más. Todo esto está pasando un límite, está doliendo más de la cuenta y siento que voy a morir, tanta información junta hace que mi respiración se corte y no pueda respirar con normalidad.
Comienzo a respirar con dificultad, intentando recuperar mi respiración normal, pero no puedo. Siento que me ahogo, respirar hondo no funciona y me comienzo a estresar.
Siento las manos de Manuel dándome aire, diciéndome que está todo bien, pero no le puedo creer. ¿Todo bien?
Mi vida fue una mentira, ¿y creer que todo estará bien me hará recuperarla?
Manuel sigue al lado mío, respirando conmigo y eso me hace tranquilizarme, me estira los brazos y luego los baja, sigue respirando tranquilo y me pide que siga su ritmo. Lo hago y en minutos sumamente estresantes, me calmé.
Él me regala una sonrisa de boca cerrada, yo me aferro a su cuello con mis brazos y lo abrazo. Agradeciéndole a mi manera por hacer todo esto por mí, es incómodo ahora que sé la verdad y que en realidad no somos hermanos de sangre, pero aún así, la hermandad sigue existiendo, porque él fue y siempre será un hermano.
Me separo, dispuesta a darle una respuesta a "mis papás", pero apenas veo sus miradas de lástima, pena, me hace retractarme.
Quiero putearlos, pedirle a gritos la explicación de porque nunca fueron sinceros conmigo, el porque me hicieron vivir una vida a base de mentiras. Ellos siempre dijeron que eran mis papás, me lo hicieron creer. Mi mamá me mostró fotos de mí después del parto, yo miraba esas fotos con adoración, y ahora sólo me reproduce asco.
-¿Hija? ¿Tenes el descaro de llamarme hija, Mauro? ¿Vos? El hombre honesto, ¿no? El hombre abogado, trucho y careta. ¿Por qué? ¿Por qué nunca fueron honestos conmigo desde el principio? Todo hubiera sido tan fácil, y no sufriría ahora tanto por saber la verdad, la verdad de que sólo soy una mentira para ustedes, que toda mi vida fue una mentira asquerosa
Intento pararme para irme a mi habitación, pero las manos de Manuel me detienen. Lo miro por encima del hombro, él niega con la cabeza y con la mirada me pide que me quede.
-Los dos merecemos una explicación, así que espera que se expliquen antes- Habla Manuel.
Me siento, me quedo solamente por él.
Los mayores se miran entre sí, otra vez. Yo pongo los ojos en blanco, miro al piso y espero la explicación, pero mi mente viaja a otro lugar mientras tanto.
Todos los recuerdos de mi infancia, los viajes, los abuelos. Todo una estúpida mentira para tapar que en realidad soy adoptada, no conozco a mis papás porque murieron en un accidente, en el que yo estuve.
Todo tan complicado y horrible que no parece realidad, parece sacado de una película de terror.
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Difícil; Trueno
Fanfictionque difícil se vuelve el beso en el cachete, cuando las bocas ya se conocen