Capítulo 34.

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Alejandra

Después de estar un rato hablando con Berta, hemos vuelto dentro y hemos estado una hora más con nuestros amigos antes de que Gonzalo decidiera que ya era suficiente para él. Ahora estamos volviendo los dos solos a su casa.

La verdad es que Berta me ha caído súper bien, aunque tengo que decir que el hecho de que Gonzalo no me haya comentado antes que tiene una amiga, me hace sentir rara. Quiero decir... no debería darle importancia porque confío en él y sé, más que de sobra, que es incapaz de ocultarme algo que pueda afectar a nuestra relación, pero conociéndole y después de haberme demostrado que es una de las personas más directas y sinceras con las que me he encontrado, es normal que me extrañe, ¿no? Tendré que hablar con él de esto en otro momento. Y de que Berta y Lucas tuvieron un rollo también, me parece increíble.

—¿Seguro que a tu madre no le importa que duerma en vuestra casa? —me preocupo mirándole después de que me dé su gabardina y me abrace sin dejar de caminar—. ¿Y no tienes frío tú ahora?

—No, y no —sonríe antes de darme un beso en la mejilla—. Pedro también dormirá en casa, y Marcos imagino que traerá a Natalia, así que... no te preocupes, no le importa. Mi madre confía en nosotros y nos da mucha libertad, ¿sabes?

—Ya veo —contesto de buen humor—. ¿Seguro que no tienes frío sin la gabardina?

—Seguro —asegura en un susurro entrelazando nuestras manos—. ¿Estás muy cansada?

Asiento en respuesta y caminamos en silencio hasta que llegamos a su casa.

Gonzalo

Son las cuatro de la madrugada, y eso me hace estar nervioso porque en época de exámenes suele ser la hora a la que me despierto para estudiar. Y hoy me voy a acostar a la misma hora a la que estudio. Me están descuadrando los horarios, los esquemas y la cabeza en general, y no me está gustando nada.

—Un pantalón, una camiseta... —enumero tendiéndoselo a Alejandra—. ¿Quieres unos calcetines o...?

—Me vendrían bien —murmura con una media sonrisa mientras se quita los tacones—. Tengo los pies destrozados.

—¿Mucho? —me preocupo acercándome a ella, que está sentada en mi cama—. ¿Y para qué te pones tacones si sabes que después te van a doler? —vacilo agachándome frente a ella.

—Pues para estar guapa —sentencia con tono obvio—. ¿No te gusto más con tacones? No tienes que agacharte para darme un beso si los llevo puestos.

—Me gustas más cuando estás bien, no necesitas subirte a estas agujas del infierno para estar guapa —río cogiéndole el pie derecho con cariño—. A ver... ¿puedo intentar arreglarlo?

Asiente mirándome con una sonrisa y en seguida empiezo a hacerle un masaje, provocando que se deje caer en el colchón del todo y se deje hacer ante mis movimientos.

Minutos después, repito lo mismo con el pie izquierdo y termino de darle el masaje sonriente antes de colocarme encima de ella y robarle un beso rápido.

—¿Mejor? —susurro contra su boca—. ¿O todavía necesitas que estas manos de mago te ayuden en algo?

—Mejor —carcajea rodeándome el cuello con cariño y jugando con el mechón de pelo que se me forma en la nuca—. ¿Sabes? Para no haber tenido novia nunca, tengo que decirte que se te da bastante bien.

Sonrío en respuesta y me agacho del todo para poder atrapar sus labios con necesidad.

—Me atrevería a decir que eres el mejor novio que he tenido —murmura separándose unos milímetros—. Eres diferente.

—¿Y eso por qué? —susurro bajando mi mano derecha a su cintura.

—Porque tú me escuchas, te esfuerzas por hacer que esté bien, me entiendes, te preocupas por saber qué me gusta, qué quiero... —contesta mirándome la boca deseosa—. Y además... en la cama eres el mejor con el que he estado.

—Eso solo dices para que me sienta bien —río antes de morderle el labio inferior—. Sin experiencia no puedes ser bueno en nada, cariño.

—Ya, pues será innato, pero te digo que tú en la cama eres una bomba —asegura antes de atraerme del todo y besarme con necesidad—. ¿Sabes qué? —sonríe separándose un par de centímetros y llevando su mano izquierda al interior de mis pantalones de un solo movimiento—. A lo mejor si puedes utilizar esas manos un ratito más...

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