Capítulo 40

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Gonzalo

Hoy es 6 de enero, ¿y sabéis lo que significa eso? Que solo quedan dos días para volver a la realidad y enfrentarme a la horrible pesadilla de compaginar instituto con novia y amigos. Si Marcos y los chicos ya eran pesados antes de conocer a Alejandra, ahora que salimos juntos... me parece que van a conseguir que mi media baje considerablemente este trimestre.

Hoy es 6 de enero, y eso también significa que los Reyes Magos han pasado esta madrugada por casa para dejarnos un Rólex a mi hermano y a mí, un viaje de tres semanas para dos a Tailandia a mi madre y a Pedro, y varios paquetes sorpresa a mis tíos y abuelos que todavía no hemos descubierto porque no han venido a recogerlos. En la casa de Pedro, a Marcos le ha caído un casco nuevo para la moto y a mí cinco novelas pertenecientes a una misma saga de temática romántica. He escuchado hablar muy bien de esta autora y creo que me encantará leer sus historias.

—¿Qué le has comprado? —se interesa Marcos entrando en mi habitación mientras termino de perfeccionar el rizo del lazo de la bolsa en la que está el regalo de Alejandra—. ¿Me vas a dejar en mal lugar delante de Natalia?

—No pienso decírtelo, paso de que te rías de mí de buena mañana —contesto sin desviar la vista de la bolsa—. ¿Tú qué le has comprado?

—Acordamos no regalarnos nada, pero voy a invitarla a un concierto de Leiva, que es su cantante favorito —explica sentándose en mi cama.

—No veas lo que has cambiado tú con el tema de las chicas —sonrío mirándole.

—Y me lo dices tú, que hace tres meses eras incapaz de hablar con una —carcajea de buen humor—. Has ganado en seguridad y confianza, Gonzalín, y se te ve mucho más feliz y tranquilo. Me alegra verte así, me gusta verte así.

Sonrío en respuesta y termino de rizar el lazo de la bolsa para dejarme caer en la silla de mi escritorio y soltar un suspiro.

—Esto ya está.

—¿De verdad no vas a decirme lo que es? —se ofende mi hermano, por lo que niego en respuesta—. Bueno, pues si no quieres contarme eso... ¿por qué no hablamos de Lucas?

—¿De Lucas? —me extraño frunciendo el ceño—. ¿Le ha pasado algo?

—Bueno, ya sé que sois mejores amigos y que tenéis una relación que nadie alcanza a entender, pero últimamente os veis mucho más que antes. ¿Qué os traéis entre manos?

—Es una cadena —informo señalando la bolsa con inocencia—. De plata, con una pluma como colgante. Es muy sencillo, pero... a la vez muy elegante. Es el primer regalo que le hago a una chica y... estoy un poco nervioso, ¿sabes? ¿Y si no le gusta?

—No me cambies de tema. Tus rayadas de virgen e inseguro sentimental ya no cuelan —ríe mirándome—. ¿Qué pasa con Lucas?

—Yo no soy quién para hablar de nada, Marcos —suspiro bajando la mirada—. Es... no puedo contártelo, me pidió que le guardase el secreto.

—¿Así que tiene un secreto?

—Marcos...

—Vale, no me digas nada —sonríe con complicidad—. Y no le preguntaré tampoco, no te preocupes. Ya sé lo que te cuesta guardar secretos, así que tiene que ser muy importante como para que te lo haya confiado a ti antes que a nosotros.

—No lo sabes bien —murmuro mirándome las manos.

—Le va a encantar el colgante, hermanito. Es un regalo increíble, vas a triunfar —asegura levantándose de la cama y acercándose a la puerta de la habitación—. Y ahora vámonos, que nos están esperando en Triana.

Alejandra

Camino a paso rápido hacia el Puente de Triana, que es donde he quedado con Gonzalo. Al llegar, apenas dos minutos después, me le encuentro hablando con Lucas serio, gesto que consigue disparar mis alarmas. Estos dos se traen algo entre manos y no estoy segura de querer averiguar qué.

—Hola, cariño —sonrío antes de darle un pico a Gonzalo—. Luke, ¿otra vez por aquí?

—He quedado con Miriam para... hablar, ya sabes —sonríe después de darme dos besos—. ¿Qué tal los reyes? ¿Se han portado bien este año?

—Igual de bien que yo —río confiada—. ¿A vosotros os han echado mucho?

Después de escuchar los regalos que les han hecho, seguimos hablando un buen rato hasta que llega Miriam y se marcha con Lucas.

—En mi casa también te han dejado un regalo —asegura Gonzalo mostrándome una bolsa de papel azul—. Pero... no sé si habrán acertado porque eres bastante especialita.

—Seguro que lo han clavado —sonrío acercándome a darle un beso—. Y si no... ya se lo diré a los reyes en la carta del año que viene, ya sabes que también soy muy sincera.

Sonríe de buen humor antes de cogerme de la cintura con su brazo derecho y plantarme un beso que me quita las ganas de todo, las dudas de todo y los miedos de todo. Este chico me vuelve loca, le quiero muchísimo.

—Venga, vamos a mi casa que a ti también te han dejado algo los reyes —propongo robándole otro beso cortito—. No te preocupes, mis padres están con mis tíos en su casa.

—Tus padres nunca están en casa, ¿verdad? —carcajea entrelazando dándome la mano con cariño y empezando a andar.

—No acostumbran a ello, la verdad —suspiro abrazándole sin dejar de caminar—. Mejor para mí

Y de repente tú IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora